ZARAGOZA, FERIA DE PRIMAVERA 31 Abril y 1 Mayo 1967

Pases en redondo que pusieron en los paladares ese sabor a calidad que tiene el toreo del gran maestro Antoñete.

           

         
 
 
 
REAPARICIÓN DE PACO CAMINO QUE CORTA OREJA. EL VITI Y BENJUMEA TAMBIEN CORTARON TROFEOS.
 
 6 Toros de Amelia Pérez Tabernero para EL VITI, PACO CAMINO Y PEDRÍN BENJUMEA
 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Zaragoza, segunda y última de su feria de primavera, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.  30-4-67
 
Reaparecía en esta corrida el diestro camero Paco Camino y parece como si en cada festejo se hubiese querido poner a prueba su maestría y conocimientos de la lidia. Porque del lote de deslucidos toros de doña Amelia Pérez Tabernero, a Paco le ha tocado lo peorcito del encierro. 
 
Su primero, que salió embistiendo con la cara alta y llegó al trance final con corta y descompuesta acometida, fue saludado por el camero con cuatro verónicas rematadas por revolera que fueron premiadas con una ovación, repetida tras un precioso quite por chicuelinas en las que se fajó materialmente a su enemigo. Ya hemos dicho que el toro llegó a la muleta embistiendo descompuestamente y derrotando, pues una vez más el diestro sevillano puso de manifiesto su dominio del toreo y lo metió en la muleta en cuatro doblones magníficos que se jalearon cumplidamente y hasta logró estirarse en unos derechazos y naturales en los que expuso mucho. Fácil y seguro, Paco Camino finiquitó a su enemigo de una buena estocada refrendada con descabello. El cuarto es un toro mansurrón, bronco y con poder, que hace una pelea mala con el caballo, pese a que derribase con aparato en dos ocasiones, saliendo suelto siempre. Lausín picó a este toro bravamente y fue ovacionado por ello. A la muleta llegó con acusado peligro pues se vencía y buscaba el bulto por ambos pitones. Era una difícil papeleta que resolver por el camero, que estuvo con el toro valiente a carta cabal y torerísimo, aguantando celadas y tornillazos que le tiraba su enemigo. Hubo un par de ocasiones en las que el toro estuvo a punto de llevarse por delante al artista, pero éste supo salvarlas con maestría y vista. Dobladas inteligentes y varias series de pases sobre ambas manos en las que llevando toreadísimo al animal, ogra completar los muletazos con ese gusto y esa verdad que sabe imprimir a su toreo. Fue una faena tensa, llena de emoción, pues aun cuando el torero mandaba siempre sobre el toro, éste estaba al acecho para tirárselo a los lomos. La música y las ovaciones premiaron su labor y cuando mató de una gran estocada, se le otorga con todo merecimiento la oreja que el diestro no acepta ante algunos pitos y no quiere tampoco dar la vuelta al ruedo. Pero se impone el sentido común y Camino recorre el ruedo en triunfo en medio de una gran ovación. 
 
De haber acertado con el acero en el quinto de la tarde, Santiago Martín El Viti hubiera alcanzado esta tarde un triunfo memorable en lo que a corte de trofeos se refiere, pues de su labor torera, se hablará mucho tiempo. Abanto y corretón fue el segundo de la tarde al que el capote mandón y torerísimo del diestro charro enceló con unos buenos lances a pies juntos y verónicas de abierto compás que le instrumentó. El toro salió suelto de las tres ocasiones que acudió a la pelea con el piquero y Santiago, tras solicitar el cambio le realizó una excelente labor muletera. Una faena en la que el buen hacer y concebir el toreo del de Vitigudino, estuvo presente en toda ella. Y así fueron surgiendo series de derechazos y naturales rematados con los de pecho que entusiasmaron hasta el punto no que las ovaciones no dejaban oír la música torera. Por ello, cuando pasaportó a su enemigo de una estocada u dos golpes de cruceta, se le otorgó la oreja del de Antonio Pérez y dio aclamada vuelta al ruedo. Pero donde el temple extraordinario de su muleta brilló a gran altura, fue a lo largo de la faena al quinto de la tarde. El toro fue protestado de salida por su falta de fuerza que le hizo rodar en varias ocasiones. Era un inválido auténtico que apenas se podía mantener en pie, por lo que le cambiaron con una sola vara. Pues a este toro Santiago realizó una completísima labor muletera. Una faena que fue posible gracias a la terapéutica de su templada muleta, que fue como un bálsamo milagroso para la res, que no volvió a caerse una sola vez más. Llevando la muleta a media altura, jugándola con un temple exquisito, toreó de maravilla por derechazos, naturales y de pecho haciendo que los tendidos se pusiesen en pie. Fue el milagro de una muleta que a fuerza de mimo y cuidado parecía curar la invalidez del animal que no volvió a dar un paso en falso, como sujeto por hilos invisibles que le llevaba y traía a las mil maravillas. Pero el fallo a espadas, cosa rara en él, que es el rey en esta carta definitiva, dejó el premio en una gran ovación. 
 
Pedrín Benjumea sigue firme en esa línea que se ha trazado desde que pisó los ruedos. Valiente hasta más allá de la temeridad pero también torero a carta cabal, ha impresionado al aficionado maño que ha visto con el corazón en un puño, cómo se pasaba a la mínima distancia a sus enemigos. Porque Pedrín Benjumea se ha estado quieto, muy quieto, pero también ha toreado como no es corriente ver torear en esos terrenos de angustia. Poca fuerza tuvo su primero, tan poca que la escasa que tuvo la guardó para defenderse echando la cara arriba y quedándose muy corto. Pero a fuerza de aguantarle, de cruzarse con él, de esperarle y correrle después la mano con temple, completó series de derechazos y naturales a los que puso el broche de unos apretados pectorales tras haber puesto al público en pie con cuatro muletazos de rodillas cerrado en tablas. Faena de gran emoción en la que se dejó acariciar los bordados del vestido por las astas de su enemigo con una tranquilidad y un desprecio del peligro tremendo. Mató de dos pinchazos hondos y descabello y el público pidió las orejas para el de Palma del Río, concediendo sólo una el presidente. 
 
En el sexto toro, Pedrín Benjumea asustó y convenció al aficionado más exigente. Un toro que salió echando las manos por delante y derrotando. Mucho peligro encerraba aquella descompuesta cabeza, aquella embestida incierta, por lo que nadie esperaba que lograra sacarle el partido que el sacó. Pero cuando se tiene valor y casta, todo es posible. Faena tremendamente emotiva, dramática, angustiosa en la porfía y en la entrega del torero que, con raíces en las zapatillas, sin una duda, sin un ligero pestañeo, esperaba a que su enemigo metiese la cabeza en el engaño para tirar de él templadamente hasta lograr el muletazo al natural o sobre la diestra y ligarlos a la perfección.  En varias ocasiones frenó el toro su embestida en mitad de la suerte, pero el torero no se enmendó, aguantó impávido, movió ligeramente la muleta y enganchó de nuevo a la res en ella hasta sacar el muletazo completo. Y cuanto los pitones pespunteaban el vientre del torero, un sólo toque de muñeca salvó el trance en última instancia. No fue faena de alborotos en los tendidos, no podía serlo pues el ánimo estaba sobrecogido ante el valor de un torero que pisa terrenos prohibitivos, que está en ellos mucho tiempo y que además torea, manda y templa. Por ello, cuando mató de una estocada atravesada y un certero descabello la plaza pareció explotar en un suspiro de alivio y los pañuelos hicieron su vuelo en demanda de trofeos y así Pedrin Benjumea, Pedro el Terrible, paseó por el ruedo las dos orejas de su enemigo. 
 
 
ANTOÑETE, EL CORDOBES Y PAQUIRRI TRIUNFAN EN LA SEGUNDA DE FERIA
 
Día 1 de mayo  de 1967.  6 Toros de Vicente Charro para ANTOÑETE, EL CORDOBÉS Y PAQUIRRI
 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Zaragoza, segunda y última de su feria de primavera, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.  1-5-67
 
Llenazo impresionante en el coso zaragozano a la hora de hacer el paseo las cuadrillas capitaneadas por Antonio Chenel “Antoñete”, Manuel Benítez El Cordobés y Francisco Rivera Paquirri, para lidiar toros de don Vicente Charro, que dieron en conjunto regular juego y mansurronearon con los caballos de los que salieron sueltos. 
 
ANTOÑETE ha estado esta tarde de Zaragoza con grandes deseos de agradar. Su primero salió suelto de los capotes y hasta intentó saltar al callejón. A la muleta llegó con la cara alta, derrotando y defendiéndose por su falta de fuerza. El torero madrileño le instrumentó varias series de muletazos sobre la izquierda que se jalearon cumplidamente. Mató de media estocada y fue premiado con una ovación con saludos. Esto había sido la tarjeta de presentación del Antoñete de las grandes solemnidades que vendría después a lo largo de la lidia del cuarto manso de Vicente Charro. A este cuarto toro Antoñete lo toreó de maravilla. Muletazos templados, suaves y mandones en los que llevando superiormente toreado a su enemigo, dio a las suertes un sentido y una plasticidad verdaderamente admirable. Fue una completa lección del mejor arte torero y los aficionados se entusiasmaron con la perfecta ejecución de los naturales, derechazos y pases en redondo que pusieron en los paladares ese sabor a cosa plenamente lograda, a la calidad que tiene el toreo de este gran maestro. Cobró como remate una gran estocada y en medio de una gran ovación recorrió el ruedo en triunfo en dos ocasiones siendo portador de las dos orejas y el rabo de su enemigo, al que inmerecidamente se le dio la vuelta al ruedo, por lo que fue pitado, ya que aunque dócil, fue manso. Un gran triunfo de Antoñete, que ha toreado con ese buen gusto y esa  maestría que le catalogan como una gran figura del toreo. 
 
EL CORDOBES ha cortado las dos orejas en su primero y una al quinto de la tarde. Ha apasionado hasta el frenesí, ha hecho que la emoción subiera de punto en sus dos toros y además, por si fuese esto poco, ha toreado y ha matado con rara perfección. Pero el de Palma del Río tiene seguidores incondicionales y también gracias a dios,  detractores irreconciliables. Aficionados que acuden a las plazas de toros para verle al microscopio todos sus defectos y con lentes opacas, sus muchas virtudes, como esa de estar exponiendo hasta más allá de lo posible en sus dos toros, en los que ha aguantado con impavidez extraordinaria los tornillazos que le han tirado sus enemigos que han tomado los engaños muy descompuesta y ásperamente. 
En su primero se ha hecho ovacionar con fuerza al torear con el capote en los lances de saludo y al quitar por apretadas chicuelinas en las que arrimó un horror. Su faena muleteril, brindada al público, la inició con uno de sus pases del molinillo para continuar incansable en el exponer, toreando sobre una y otra mano, haciendo alardes del mejor toreo y de su valor inagotable. Faena de las suyas, de las que hace que los tendidos bramen alborotados y en la que los desplantes geniales, su inspiración revolucionaria, hicieron que los chispazos de pasión aflorasen como siempre con fuerza inusitada. El Cordobés sigue siendo El Cordobés, el que apasiona, el que alborota, el que hace que la fiesta arda de pasión y de polémica. Mató de una estocada y paseó en triunfo por el ruedo las dos orejas de su enemigo, recogiendo toda clase de prendas de vestir y flores. El quinto es manso, sale suelto llega también a la muleta descompuesto, echando la cara arriba y enganchando mucho. Pero esto no es impedimento para que Manuel exponga, le consienta y se arrime como siempre, jugándose la piel sin darle la menor importancia. Y por fueron de su aguante extraordinario, de su continuo jugarse la vida, surgió una faena extraordinariamente emotiva, una faena en la que no dio reposo a las emociones y en las que el corazón de gigante se impuso al feo estilo de su enemigo. Tanto se arrimó que en un derechazo el toro no tuvo más que alargar la cara para cogerle con aparato, pasárselo de pitón a pitón tirándole unos hachazos impresionantes en el aire y cuando volvió a recogerlo en el suelo. La impresión fue grande pero por fortuna la Virgen de Belén estuvo al quite y Manolo salió sin otro daño que la paliza tremenda. Sin mirarse se levantó y tras unos muletazos apretados por alto, cobró una estocada que refrendó con un descabello y se le otorgó una oreja, aunque los antis, con sus destempladas e injustas protestas, le hiciesen tomar la determinación de no dar la vuelta al ruedo. Qué más pueden pedir? un toro manso, descompuesto que tira tornillazos de miedo, un torero millonario, famoso y que se juega la piel, hasta dejarse coger. 
 
PAQUIRRI va a más, Le vemos cada día más firme, más seguro, más reposado y más centrado y además haciendo gala de un dominio y una tranquilidad pasmosa. Nos ha gustado mucho en el primero de su lote, al que ha saludado con una larga de rodillas en la que ha dejado llegar mucho a su enemigo y que ha instrumentado limpiamente, sin agobios. Y después ha toreado con buen juego de brazos en unos lances a la verónica que han sido justamente jaleados por el público. El toro, que había intentado saltar, sale suelto de los montados. Paquirri le realiza un vistoso quite por chicuelinas que se premia con oles y ovaciones delirantes. Unas chicuelinas en las que el diestro de Barbate deja patente su condición de artista. A petición del respetable prende un buen par que se ovaciona y cierra con uno al quiebro muy bueno que le vale otra prolongada ovación. A la muleta llega el de Charro punteando y cabeceando mucho, pero el joven diestro lo mete en el engaño en unos doblones rodilla en tierra muy toreros y le realiza después una gran faena de muleta. Dejándole meter la cabeza y corriéndole la mano a las mil maravillas, logro pases naturales de gran calidad y exposición que remató con el forzado de  pecho entre el acompañamiento de la música torera. Siguió recrecido y poderoso toreando superiormente al natural en pases que convencieron a la concurrencia por su temple, mando y dominio. La mano derecha también colaboró para el mayor logro de la bella labor y los redondos y adornos, sobrios y elegantes, colmaron la copa del éxito. Ha sido esta una faena que ha consagrado a Paquirri como gran figura del toreo, como un torero en el que caben muchas tauromaquias, como un torero de mente despejada y corazón templado para esperar a su enemigo y ejecutar después las suertes con elegancia y sencillez. Un gran torero, cuajado y a la vez bozalón, que dará mucho que hablar porque le vemos que aún no ha dicho la última palabra. Mató de un pinchazo en hueso y una gran estocada y se el premió con las dos orejas de su enemigo, con cuyos trofeos recorrió la arena en triunfo. Pero con ser esta faena muy buena, donde Paquirri nos ha gustado mucho ha sido a lo largo de la lidia del sexto de la tarde. Un toro de difícil condición en el que el joven matador de toros ha lidiado portentosamente y ha toreado con un poderío y un sentido torero admirable. Costaba mucho estar delante de tal manso y Paquirri ha estado con él sencillamente magistral. Sin intervención del peonaje, saludó al manso con unos capotazos en los que evidenció su dominio de la papeleta. El toro le frenaba, le echaba las manos por delante y le ponía los pitones en la montera, pero él lo supo meter en su capote y le dominó bajándole los humos como pudo. Derribó el manso en una ocasión al piquero y llegó al trance final con media arrancada, revolviéndose en un palmo. Está valentísimo con él en pases sobre la diestra y lo despacha de dos medias y varios golpes de verduguillo, siendo despedido con una gran ovación.
 
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea muy buenas noches a todos.-