Soria, Feria de San Juan 27-7-70

Con las banderillas, el diestro de Barbate lució su poderío y dominio de tan bella suerte.

 

                 Día 27 de junio de 1970
 
           6 Toros del Conde de Ruiseñada
             - Francisco Rivera “Paquirri”
             - Ángel Teruel
             - Dámaso González 
 
DOS OREJAS Y RABO PARA PAQUIRRI EN LA CORRIDA DE LA FERIA DE SORIA 27-6-70
 
Con tiempo desapacible, llovió fuertemente por la mañana y sopló el viento por la tarde, se ha celebrado la corrida de la Feria San Juan, en Soria, en la que se lidiaron toros de los Herederos del Conde de Ruiseñada, bien presentados y que pelearon bien con los montados pero adolecieron de falta de fuerza. El primero de la tarde, bravo y noble, fue premiado con la vuelta al ruedo. Los demás, no ofrecieron dificultades salvo el sobrero, que fue el peor. 
 
Paquirri tuvo una completísima actuación en sus dos toros. Sus verónicas y chicuelinas fueron acogidas con ovaciones así como las dos largas de rodillas con que recibió al cuarto de la tarde. Con las banderillas, el diestro de Barbate lució su poderío y dominio de tan bella suerte, ganándose grandes ovaciones en ambos toros al prender con majeza los rehiletes, destacando un par al quiebro y de las cortas a su primero, que fue un portento. Con la franela estuvo tranquilo y torerísimo en los dos. Trincherazos y dobladas, con sentido de lidiador auténtico, sirvieron como prólogo a dos emocionantes y artísticas faenas en las que Paquirri toreó con temple y mando, con arte y sabor, por redondos y naturales y toda la gama de su amplio y vistoso repertorio. Mató de una gran estocada a su primero y se le otorgaron las dos orejas y el rabo, dando la vuelta al ruedo en hombros de unos entusiastas. En el cuarto perdió los trofeos por pinchar en cuatro ocasiones antes de lograr la estocada. Fue ovacionado con saludos. 
 
Ángel Teruel, con un lote poco propicio para el éxito, ha lucido su espléndido estilo torero, su saber y dominio de todas las suertes del toreo. Con el capote, toreó con excelente  gusto bordando verónicas y unos preciosos lances del delantal. Banderilleó a su primero entre ovaciones y con la muleta, una gran faena compuesta de pases templados y largos, torerísimos, en los que el buen hacer y el arte del diestro madrileño quedó de manifiesto. Faena de pases largos, templadísimos en los que la ligazón fue base y la suavidad y la finura presidió todo el trasteo. Mató de pinchazo y estocada y hubo fuerte petición de oreja y vuelta triunfal. El quinto fue protestado por cojo y la presidencia ordenó su devolución a los corrales, saliendo en su lugar un toro falto de trapío con el que nada se podía hacer, pues no se prestaba a grandes cosas. Breve muletear en busca de lucimiento pero el toro no ayudaba en nada y lo que es peor, a la hora de descabellar tras media estocada, el toro se tapa y no le deja meter el acero, dando lugar a que el tiempo pase y suene un aviso. No obstante, escuchó aplausos al finalizar su actuación. 
 
Dámaso González, en inferioridad manifiesta por su reciente percance de León, ha estado en todo momento valentísimo. Pisando un terreno de angustia en sus dos toros, ha dado una lección de pundonor. Dos faenas plenas de entrega en las que se ha dejado acariciar los muslos por las afiladas astas de sus enemigos al ejecutar pases en redondo sobre ambas manos que han merecido el acompañamiento de la música y las ovaciones de los aficionados. Está Dámaso tremendo de valor, pero de valor consciente,  auténtico, sin trampa ni cartón que pone un nudo en la garganta. Las aclamadas faenas, plenas de dominio y entrega, tienen como base un toreo en redondo y hasta redondísimo que entusiasma, pero no se ven reflejadas con premio de orejas porque el torero, herido en el brazo derecho, no tiene fuerza en la mano y por ahí se le escapa un triunfo que debió ser sonado. Fue ovacionado en ambos.-