Guadalajara, 26 y 27 septiembre de 1968

Cuando se quiera hablar del toreo ortodoxo, habría que hacerlo siempre de este mago de la elegancia y el clasicismo que es Antonio Ordóñez.

 

 

 

Día 26 de septiembre de 1968
6 Toros de Hos. Carlos Núñez
Diego Puerta
Santiago Martín “El Viti”
“El Cordobés”
 

DOS OREJAS PARA DIEGO PUERTA Y SANTIAGO MARTÍN EL VITI. EL CORDOBES TAMBIEN RECIBIÓ TROFEOS.

Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Guadalajara, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 26-9-68

     Llenazo impresionante en la primera corrida de feria de la capital de la Alcarria. Se lidiaban toros de los herederos de Carlos Núñez, de regular juego con los montados y sin dificultades para las gentes de coleta, salvo el lidiado en cuarto lugar, que fue el más áspero y con más genio del encierro.

     Abrió el capote el sevillano Diego puerta, para bordar al primero de la tarde unas verónicas plenas de donaire y gracia. Tres varas tomó la res y Diego le hizo un precioso quite por chicuelinas que se acogieron con grandes olés. La labor muletera del joven maestro de San Bernardo fue un modelo de valor y arte, ya que toreó haciendo gala de un estilo depurado y pleno de arrogancia que enardeció al graderío. Una faena en la que los derechazos, naturales, pases de pecho, molinetes y desplantes tuvieron calidad y emoción que imponía el maestro con las cercanías con que se pasaba a su enemigo. Dos buenas estocadas acabaron con el del campo tarifeño y hubo oreja para Diego Puerta al que muy bien pudieron otorgarle otro trofeo. Con el difícil cuarto toro que echaba la cara arriba y las manos por delante en acusado genio, estuvo torerísimo tanto con el capote como con la franela. Mucho tenía el toro que torear y más que exponer, pero Diego, a fuerza de jugársela, de pisarle siempre un terreno comprometido y por fueros del mejor toreo, mandando e imponiéndose siempre al genio del toro, le cuajó una vibrante labor muletera en la que aguantó hasta la temeridad las ásperas acometidas de su enemigo al que se pasó sobre ambas manos en una brillante sinfonía de pases de todas las marcas que enardecieron a los aficionados. Mató de media estocada y descabello en segunda instancia y hubo el premio parco de una oreja cuando el público reclamaba los máximos trofeos, dando el sevillano aclamada vuelta al ruedo.

     “El Viti” recogió con unos buenos capotazos al segundo de la tarde, que después saldría suelto de los montados en un picotazo y en las tres varas que tomó. Poca fuerza tiene la res, pero Santiago hace gala de su sentido admirable para la lidia y llevando la muleta a media altura, le realiza una completa faena en la que ambas manos cantaron las excelencias del mejor toreo entre las manifestaciones de entusiasmo del público y el acompañamiento de la música torera. Mató de pinchazo y estocada y fue premiado con una gran ovación con saludos desde el tercio, negándose a dar la vuelta al ruedo. Pero en el quinto de la tarde el salmantino se destapó con un toreo de capa espléndido, en el que jugó superiormente los brazos en siete verónicas de temple y cargazón admirables en las que iba ganando terreno a su enemigo hasta rematar la tanda con media colosal en el mismo platillo de la plaza. La ovación fue de gala y se repitió después cuando El Viti dibujara después otros tres lances y media de remate de difícil superación, tras tomar la res un picotazo del que salió suelta para crecerse después en una vara de larga ejecución. La actuación del diestro de Vitigudino con la franela fue algo difícil de narrar. Desde los cambiados por bajo torerísimos, a los redondos de temple y largura inacabable, pasando por la perfecta ejecución de los naturales de hondo sentir, todo tuvo calidad y categoría, sabor a obra plenamente lograda. Fue una gran faena, una más de un gran torero que se complace en ejercer su suprema autoridad día a día y ante los toros de la más diversa condición. Tarda el toro en cuadrar y cuando lo hace, lo pasaporta de un excelente pinchazo y una superior estocada de la que rueda el toro. La plaza se cubre de pañuelos y hay vuelta triunfal para el diestro charro al que se otorgan merecidamente las dos orejas, en tanto que aún se reclama el rabo para el triunfador.

     El Cordobés, como siempre, ha sido el blanco de las pasiones desatadas de los aficionados. Se le niega todo o se le da todo, de ahí su mérito, el don que le hace ser distinto, diferente a cuantos diestros se visten el traje de luces. Y es que manolo, con una leyenda a cuestas y con una verdad incuestionable, ha sabido escalar las más altas cumbres de la gloria y de la fama, taurina y extra taurina, ganándose con ello admiradores incondicionales y detractores irreconciliables. Unos y otros formas, quieran o no la gran masa del cordobesismo, ese conglomerado de aficionados que llenas las plazas, como hoy, hasta la bandera. Esta tarde, como aseveración a lo que decimos, se ha llenado la plaza, los aficionados han peleado en los graderíos y su sola presencia ha sido bandera de escándalo y de pasión. En su primero, al que saludó con unos lances sui generis, tras tomar la res dos varas y ser banderilleado don prontitud, le realizó una faena muy del corte cordobesista en la que hubo una primera parte de tenencia marcadamente clásica en la ejecución de excelentes pases en redondo y hasta redondísimos, naturales y pases de pecho de largura y profundidad, que se premiaron con oles, música y ovaciones clamorosas y otra parte en la que Manolo hizo gala de sus recursos inagotables, de sus desplantes personalísimos y de la arrebatadora manera de jugarse la vida con sus muletazos de increíble ejecución. Pero como quiera que matase de pinchazo y estocada que produce vómito, pese a que el acero estaba arriba, parte del público protesta la oreja que le fue otorgada por petición mayoritaria y manolo, tras saludar y agradecer el galardón se retira entre barreras, en tanto que en la grada se discute apasionadamente. Al que cierra plaza lo saluda con unas verónicas de su marca y tras tomar el toro una vara, inicia su trasteo muleteril con cuatro dobladas rodilla en tierra superiores y dos pases del desprecio, para continuar entre aclamaciones y música toreando sobre ambas manos. Pero cuando todo marchaba camino del éxito, el toro se vino abajo, dio en tardear y hubo de tirar a abreviar, lo que hizo pasaportando a su enemigo de media estocada y certero descabello, acabando así con su apasionante actuación.

     Y con decir que la plaza se llenó hasta la bandera con cartel de no hay billetes como se esperaba, Curro Fetén, servidor, les desea muy buenas noches a todos y se despide hasta mañana a esta misma hora.-

 
Día 27 de septiembre de 1968
6 Toros de Antonio Pérez
Antonio Ordoñez
Miguel Mateo
Sebastián Palomo Linares
 

CUATRO OREJAS Y UN RABO PARA EL COLOSO ANTONIO ORDÓÑEZ. TRES OREJAS A PALOMO LINARES Y UNA A MIGUEL MATEO.

Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Guadalajara, segunda de su feria, según la manera de ver de Curro fetén, servidor de ustedes. 27-9-68

     Otro llenazo hasta la bandera en la plaza alcarreña. En el cartel, el nombre prestigioso de Antonio Ordóñez, el de Miguel Mateo y el del joven maestro de Linares Sebastián Palomo. Los toros lidiados pertenecen a la vacada de Antonio Pérez, aun cuando tercero y cuarto que fue devuelto por cojo, lucieran el hierro de Pérez Angoso. El sobrero perteneció a la vacada de los herederos de Carlos Núñez.

     El genio rondeño ha lucido sobremanera con un espléndido toreo de capa a sus dos enemigos y con la franela ha dado todo un curso del mejor y más depurado toreo clásico. Cuando se quiera hablar del toreo ortodoxo, habría que hacerlo siempre de este mago de la elegancia y el clasicismo que es Antonio Ordóñez. Como ha toreado esta tarde, será recordado por los miles de aficionados que llenaban la plaza con autentico deleite. No cabe mayor maestría ni mejor arte que el que ha derrochado el maestro. Su capote se ha movido suave y templadamente para dibujar las excelencias de su verónica majestuosa y única. Verónicas plenas de empaque y arrogancia en las que ha templado a las mil maravillas las embestidas de sus toros componiendo un todo armónico de muy difícil superación. Su primero, mansote y torpón, solo tomó una vara a petición del espada y tras ser banderilleado hábilmente, inició una bella disertación sobre la verdad y pureza del toreo. Antonio toreó con todo el inmenso caudal de su arte, con ese sentido de la estética que le distingue y con una pureza y naturalidad asombrosa. Ambas manos rivalizaron en la ejecución precisa de los más diversos muletazos a los que imprimió siempre un temple y una majestad única. Una gran estocada tiro al toro sin puntilla y hubo clamor general y premio de las dos orejas con petición de rabo y vuelta triunfal. Pero donde el de Ronda hizo historia fue con el sobrero de los herederos de Carlos Núñez al que toreó con tal empaque que los oles echaban humo. Dos varas tomó el del campo tarifeño que, si bien salió suelto de la primera, se creció en la postrera evidenciando su buena casta. Con este toro Antonio nos dejó sentir la grandiosidad de su arte. Las cuatro dobladas rodilla en tierra que abrieron el brillante trasteo, fueron de asombro, como de asombro sería después toda su labor muletera. La cadencia, el ritmo y el son que supo imponer a su enemigo, fue algo definitivo. Los pases en redondo, los de pecho, ligadísimos compusieron un todo armónico. Toreo para grandes ocasiones, toreo genial que llegó a los aficionados con esa fuerza que posee el toreo sin concesiones a la galería, porque el genio estaba toreando para sí mismo, haciéndonos a la vez a los aficionados partícipes de su sentir y gozar el toreo. Fueron unos derechazos de cite de frente con temple, suavidad y armonía en todo su desarrollo. Toreando así, el toreo parece fácil, cuando en realidad es lo más difícil del mundo. Y cuando requirió la mano izquierda, no se escuchaba una mosca en la plaza, tal era el recogimiento que guardaban los aficionados. Y así, citando de frente con la verdad y el corazón por delante, agarrando la muleta por la mitad del palillo, adelantaba ésta para prender suavemente a su enemigo en ella, para templarle y hacerle ir tras la franela en inacabable recorrido. Cada pase era  un cuadro digno de Ruano Llopis, carteles de toros. Y mediada la faena, tres ayudados cargando la suerte en los que llevó superiormente toreado a su enemigo. Fue una faena modélica en la que todo tuvo su porqué y su razón. Otra gran estocada dejó para el arrastre al de Carlos Núñez y hubo premio mayor de las dos orejas y el rabo para el maestro.

     El murciano Miguel Mateo ha tenido una lucida actuación en sus dos toros a los que ha toreado con capa y muleta con fácil oficio.  Banderilleó a sus dos toros entre ovaciones y con la muleta llevó a cabo dos labores gemelas en su desarrollo y contenido. En su segundo, al instrumentar un molinete el toro le cogió de mala manera, pero por fortuna no hubo otro percance que lamentar que la voltereta de la que se repuso con prontitud. Mató a su primero de tres pinchazos, bajonazo y tres golpes de cruceta, pese a lo cual dio la vuelta al ruedo. Al quinto lo pasaportó tras faena efectista de pinchazo y otro hondo y hubo oreja y dos vueltas al ruedo.

     Y otras tres orejas más que pasan a engrosar el copioso balance de trofeos de Sebastián palomo Linares. Un balance que arrojará al término de la temporada una cifra francamente admirable. El joven torero ha estado toda la tarde animoso y con deseos de triunfo y toreando muy bien con capa y muleta. Sus verónicas de abierto compás y sus medias de remate han sido acogidas con las mayores muestras de entusiasmo por parte de los aficionados que ven en este torero, uno de los de mayor porvenir. A su primero, que salió rebrincado de los caballos y que pertenecía a la vacada de Pérez Angoso le llevo a cabo una excelente faena en la que hizo patente sus amplios recursos de la lidia al ejecutar con acompañamiento de la música torera, toda clase de pases sobre ambas manos en los que corrió superiormente el engaño y ligó a la perfección. Mató de pinchazo y media estocada y paseó en triunfo por el ruedo la oreja que le fue concedida. Al que cierra plaza le llevó a cabo una gran faena en la que desde las dobladas iniciales hasta que rodó su enemigo espectacularmente a resulta de una superior estocada, no se cansaron de aplaudirle. Faena vibrante y torerísima en la que el de Linares toreó con superior temple y mejor mando, cuajando series de pases en redondo y naturales que al ser rematadas con los forzados de pecho de pitón a rabo, promovieron las más fuertes ovaciones. Tuvo garra el trasteo, por eso, cuando mato a su enemigo de una colosal estocada se le otorgaron las dos orejas con petición de rabo y triunfal vuelta al ruedo, a la que invito a sus compañeros de terna.

     Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea muy buenas noches a todos.-