CACERES, FERIA DE SAN MIGUEL 29 septiembre de 1967

El genio de Palma del Río, triunfa poniendo de manifiesto su enorme casta y fortaleza física, pues el diestro de Córdoba lleva con el festejo toreado hoy, la friolera de 103 corridas de toros.

 

Día 29 de septiembre de 1967: Toros de Hros. Carlos Núñez para Jaime Ostos, Mondeño y El Cordobés

TRIUNFO DE LOS TRES ESPADAS CON UN BUEN ENCIERRO DE NÚÑEZ.
 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Cáceres, primera de su feria de San Lucas, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 29-09-67
 
A hombros por las calle, una multitud enfervorizada, llevan a Manuel Benítez El Cordobés. Una vez más, el genio de Palma del Río, triunfa poniendo de manifiesto su enorme casta y fortaleza física, pues el diestro de Córdoba lleva con el festejo toreado hoy, la friolera de 103 corridas de toros.
 
Manolo está incansable y con más afición que nunca. No se cansa de estar en la cara de los toros, de hacerles el toreo y también sus cosas, esas cosas que le han dado personalidad bien definida y que el público gusta de ver. Tiene mucho mérito que al final de la temporada, una temporada dura y apretada de fechas como pocas, salga este torero dispuesto a darlo todo, a entregarse en cuerpo y alma a su profesión. Y hoy su triunfo ha sido merecidísimo y legítimo porque ha sido conseguido por los caminos de la ortodoxia y por los cauces de la emoción más intensa. Y ha tenido mérito porque ha sido alcanzado ante dos toros nada fáciles. El primer le echaba la cara arriba y derrotaba y el sexto era bronco, con genio molesto, un toro con sentido que terminó por entregarse a la valerosa y tesonera maestría del de Palma del Río, que ha estado tremendo con él. Pues con tales toros El Cordobés la ha formado buena al torear a la verónica y al llevar a cabo dos tremendas labores muleteras que se han seguido con entusiasmo por los abarrotados tendidos. Inició su primer trasteo con su personalísimo pase del molinillo y de ahí en adelante se hartó de torear de forma insuperable por derechazos, naturales y de pecho y todos esos alardes de valor que enloquecen los tendidos. Una gran faena sin duda, que quedó pálida ante la heroica, tremenda y asustante labor muleteril que llevó a cabo en el sexto toro. En cada muletazo parecía que la res se lo iba a llevar por delante, pero el torero en última instancia, con un ligero toque de muñeca, se saca a su enemigo del cuerpo y completa el muletazo de forma admirable. Faena que nos ha tenido con el alma en vilo a nosotros, que ya estamos en esto de los toros  curados de espanto y al público, no digamos. Fueron sesenta muletazos de angustia hasta que el toro se entregó al mando, poderío y tremendo valor de este auténtico coloso, a este genio del toreo. Exponiendo así, jugándose la vida en cada toro todas o casi todas las tardes, es como El Cordobés justifica su fama y su fortuna. Y es tan duro esto… Mató a su primero de pinchazo y estocada y al que cerró plaza de media y una entera. Le otorgaron las dos orejas del tercero y las dos, más el rabo en el sexto y le sacaron en hombros en medio del mayor entusiasmo. 
 
Jaime Ostos ha desorejado al primero de su lote al que ha toreado de forma admirable con el capote, luciéndose en unas verónicas magníficas que fueron justamente aclamadas. Su trasteo muleteril, iniciado con unos ayudados de muy buen porte, ha calado con fuerza en los tendidos, pues el astigitano ha hecho gala de un gran sentido torero y sabido jugar a la perfección el engaño al ejecutar pases en redondo de insuperable temple y otros muletazos al natural en los que no cabe mayor hondura ni gallardía. Fue una faena de torero en plena madurez, de figura del toreo, en la que Jaime, junto a su valor bien probado, puo armonía y ritmo en todos los muletazos a los que imprimió un gusto muy de alabar. Los pases de pecho, los molinetes, todo cuanto hizo tuvo fuerza y garra, cincelados a golpe de corazón. Mató de una gran estocada y se le otorgaron las dos orejas con fuerte petición de rabo y triunfal vuelta al ruedo. El cuarto es manso sin paliativos, salió suelto del caballo coceando y huido, falto de casta y defendiéndose hizo su pelea en el último tercio. Pero como quiera que Jaime estaba con voz, a la mínima coyuntura hacía tomar la muleta al deslucido animal, instrumentándole una variada y valerosa faena sobre la mano diestra que se premió con música y ovaciones. Tres pinchazos antes de la estocada definitiva dejaron el premio en una aclamada vuelta al ruedo y al final fue despedido con una gran ovación al abandonar la plaza. 
 
No fue bueno el primero toro de Mondeño. Era uno de esos toros que vienen a meter en la cama a los toreros al menor descuido. Se quitó la res el palo en varas y llegó a la muleta con sentido, poniéndose con peligro sobre ambos pitones al quedarse corto. Se imponía la brevedad, el quitarse de en medio el regalito con habilidad. Tres pinchazos y estocada acabaron con el toro y Mondeño, que no podía hacer otra cosa que matarlo sin deterioro físico, fue pitado. Pero en el quinto el torero de Puerto Real se desquitó ampliamente al llevar a cabo una completísima labor con capa y muleta. Sus verónicas de manos bajas fueron acogidas con grandes oles y con la franela, entre el general entusiasmo, llevó a cabo una extraordinaria labor muletera en la que toreó de forma insuperable en series de pases en redondo y naturales a los que ponía el adecuado remate con unos pectorales enormes. La gran obra torera tuvo como remate y contera, unas mondeñinas de órdago a la grande, que colmaron la copa del éxito y cuando mató de pinchazo y estocada, le fueron otorgadas las dos orejas y el rabo entre el clamor unánime de los aficionados. Al toro bravo y noble, se le dio la vuelta al ruedo y Juan paseó en triunfo mostrando los trofeos otorgados con toda justicia.
 
La corrida de los herederos de Carlos Núñez, muy bien presentada, dio el juego que queda reflejado en este comentario.