Burgos Feria de San Pedro y San Pablo 29-6 a 3-7-1966

El garbo del sevillanísimo espada, ha hecho que a la hora del adorno, a la hora de tirar de repertorio alegre y florido, sus molinetes, sus recortes, sus abaniqueos, hayan traído los rayos de sol sevillanos a la gris tarde burgalesa.

 

Día 29 de junio de 1966
 
6 Toros de Bohórquez
- Antonio Bienvenida
- Antonio Ordóñez
- Paco Pallares.
 

TRES OREJAS Y RABO PARA ANTONIO ORDOÑEX QUE TRAS PONER EL CARTEL DE NO HAY BILLETES, TRIUNFA DE FORMA APOTEÓSICA.

Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Burgos, primera de su feria, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.  29-6-66

     Ver  torear a Antonio Ordóñez es un regalo para la vista porque torea con los cuatro mandamientos del parar, templar, mandar y cargar, columnas básicas sobre las que se construye el templo del arte más clásico y sobre las que parecen confluir todas las virtudes y todos los preceptos de la tauromaquia. Y esta tarde en Granada, los aficionados hemos vibrado con la plasticidad del toreo de Ordóñez. Sus verónicas, templadas, lentas, torerísimas han producido los mayores entusiasmos. Y con la franela, una lección de suavidad, de suprema naturalidad, de serena actitud de la figura, le empaque, prestancia y arrogancia en la ejecución de todos los muletazos y ese adelantar el engaño, ese embarcar a sus enemigos y ese rematar los pases al término de un largo recorrido por sendas de torería auténtica. Y así sus derechazos, de largo y suave discurrir de la tela torera y sus naturales  tienen un sabor distinto, un sentido de lo estético y de lo auténtico. Antonio Ordoñez además de torear como ninguno, es un creador de belleza y eso es lo que le hace distinto, único y lo que confiere la categoría inmortal de su toreo. Esta tarde su toreo clásico, como las piedras seculares de los monumentos históricos burgaleses se ha impuesto a los aficionados que se le han entregado cuando pasaportó a su primero de estocada en todo lo alto, de perfecta ejecución y le han otorgado las dos orejas y el rabo que ha paseado en aclamada vuelta al ruedo. Superior de toda ponderación ha sido la faena realizada al quinto de la tarde. Una faena en la que el torero ha toreado por naturales como para soñarlo. Mató a este toro de dos pinchazos y estocada y le otorgan una oreja que el rondeño pasea en triunfo por el ruedo.

     El primer espada de la terna ha sido el maestro Antonio Bienvenida. Don Antonio ha estado centrado, medido y torero ante dos toros que no le han ayudado mucho. Dos toros de contraestilo a los que ha toreado con esa difícil facilidad, con esa sobriedad y ese dominio del que siempre hace gala. Con el capote ha hecho ovacionar con fuerza y al emplear la franela, su clase indudable, su poderío y sus recursos se han dejado ver plenamente. Sin hacer nada de relumbrón –no había forma de hacerlo con toros tan deslucidos- don Antonio ha estado sobrado como era de esperar. Breve con el acero, ha sido ovacionado en su primero y en el cuarto, con el que no tuvo fortuna al emplear las armas toricidas, se han enfadado con él.

     Paco Pallares está remontando a fuerza de entrega, de valor y de deseos de triunfo un peligroso bache. Sus dos enemigos, dos toros de incierta arrancada y que se ponían peligrosamente hasta el punto de ser cogido en dos ocasiones, ha estado muy centrado y torero con enormes deseos de agradar. El aficionado así lo ha visto y le ha aplaudido en ambos bohorqueños al torear de capa y muleta, especialmente con este último engaño, con el que ha logrado muletazos de gran mérito y exposición, que se han jaleado cumplidamente. Mató a su primero de media y descabello y al que cerró plaza de pinchazo, estocada y descabello y en ambos ha escuchado ovaciones con saludos desde el tercio.

     La corrida de Bohórquez, bien presentada y con cuajo, ha dado buen juego para los montados y para los de a pie no han dado facilidades.

     Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea a todos muy buenas noches.-

 

Día 30 de junio de 1966
 
6 Toros Vª Diego Garrido
- Miguel Báez Litri
- Jaime Ostos
- Mondeño
 

 

JAIME OSTOS Y MONDEÑO REALIZAN DOS EXCELENTES FAENAS. DESLUCIDO ENCIERRO DE LA VIUDA DE DIEGO GARRIDO.

     Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Burgos, segunda de su feria, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 30-6-66

     Según dicen, Pepe Moros, que era traficante en cueros, fue el inventor de un refrán que hace referencia a lo que suele acontecer en muchas corridas de toros. Decía el célebre personaje que cuanto había toreros no había toros y que por el contrario, cuando había toros, no había toreros. No vamos a decirles a estas alturas que estamos completamente de acuerdo con el susodicho traficante. No. Lo que diremos es que esta tarde había toreros, tres figuras como Litri, Jaime Ostos y Mondeño, pero que el encierro de la Viuda de Diego Garrido, no ha ayudado mucho a la terna para encontrar ocasión de lucimiento. Diremos también que solo se han lidiado cinco toros de la Viuda, pues uno de ellos fue rechazado en el reconocimiento y en su lugar saltó al ruedo uno de Juan Salas mansón, pegajoso y gazapón, que se corrió en tercer lugar. El quinto fue condenado a banderillas negras y todos, sin paliativos, dieron deslucido juego.

     Miguel Báez Litri ha estado toda la tarde haciendo gala de ese valor suyo, de ese denuedo histórico que le ha llevado a la cima de la fama. Poco le han ayudado las reses del ganadero paisano –estos toros pastan en San Juan del Puerto, provincia de Huelva- pero él se ha esforzado en la pelea y ha escuchado al manejar en ambos toros el capote, ovaciones y oles. Falto de fuerza, con media arrancada fue su primero, pero el onubense a fuerza de aguantar, a fuerza de exponer, le cuajó una musicada y aclamada labor muletera en la que toreó sobre ambas manos, haciendo alarde de su valor y de su genio. Mató a este toro, que fue pitado en el arrastre, de media estocada y descabello a la primera. No fue mejor el cuarto, pues además de quedarse cortísimo, acusó el defecto de hacer la pelea con la cara alta. El de Huelva le realizó una faena en la que expuso mucho al torear por derechazos, naturales y de pecho y otros muletazos de su peculiar estilo, con la vista puesta en los tendidos, para media y descabello. No ha tenido mimbres con los que fabricar cestos toreros, pero su valor, su entrega y su vergüenza, quedaron a salvo.

     Receloso, embistiendo con la cara alta en su media arrancada fue el segundo de la tarde al que Jaime Ostos toreó muy bien en los lances de saludo. El toro, manso, salió suelto de las dos varas que tomó y llegó a la muleta frenando, quedándose debajo del engaño y desluciendo el conjunto, al ponerle al espada los pitones en la barriga. Jaime Ostos, su matador, lo despachó de una gran estocada y fue ovacionado, en tanto que su enemigo fue pitado en el arrastre. El quinto fue un regalo. Un toro cobarde a más no poder que no quería ver los caballos ni en pintura. Condenado a banderillas negras por su mansedumbre, llegó a la muleta del astigitano crudo. Jaime estuvo con este toro francamente colosal. Con unas dobladas que ahormaron al toro, inició su labor muletera  a fuerza de aguantar, de esperar lo indecible a su enemigo, a fuerza de llevarle toreadísimo, logró una faena en la que estuvo francamente colosal. Firme, seguro de sí mismo, con sentido del mejor toreo, cuajó varias series de pases diestros con remate de pectoral que entusiasmaron, como ocurrió al torrar al natural, haciendo gala de una perfecta arquitectura torera. La faena tuvo un mérito enorme, el mérito de hacer que un manso condenado a banderillas negras, un toro cobarde y receloso, cambiase en sus manos por imperativo de su dominio, poderío y valor. Fue una lástima que los trofeos se le esfumasen por no tener fortuna con el acero, mejor dicho, porque el toro se le amorcilló, tras colocar Jaime un colosal espadazo. Intentó el descabello en dos ocasiones, pero el toro se tapaba, por lo que tuvo que recurrir nuevamente al uso de acero, logrando otra nueva estocada, que tuvo el refrendo de dos golpes de cruceta. Fue ovacionado y al final del festejo se le despidió con una gran ovación.

     Juan García Mondeño con su primer enemigo de Juan Salas, un toro de contraestilo, gazapón y andarín, se hizo ovacionar con el capote. A la muleta llegó la res sin parar un solo momento y Juan le realizó una faena a tono con la característica de su enemigo. Mató a este toro de dos pinchazos, estocada y descabello a la tercera y el de Puerto Real pagó los platos rotos por el feo estilo, la mansedumbre y la deslucida pelea del de Juan Salas. El sexto, de la Viuda de Garrido, fue manso como sus hermanos. Salió bufando del caballo y no quiso dejarse pegar. Mondeño, que había arrancado una gran ovación en las verónicas de saludo, realizó con este toro una excelente labor muletera. Una faena plena de valor, clasicismo y armonía. Una faena que enardeció muy justificadamente al público. Ayudados, derechazos, naturales y de pecho fueron fluyendo de su muleta y cuando puso remate a su obra con unas apretadas mondeñinas la plaza se vino abajo. Pero estaba visto que esta tarde no cortaría nadie trofeos y Juan los perdió tras colocar superior estocada, por no encontrar la muerte con el verduguillo hasta el tercer empujón. Fue ovacionado y se le despidió con iguales muestras de reconocimiento.

     Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea muy buenas noches.-

Día 2 de julio de 1966

6 Toros de Mercedes Pérez
- Miguelín
- Diego Puerta
- Santiago Martín El Viti
 

OCHO OREJAS Y UN RABO SE REPARTIERON MIGUELIN, DIEGO PUERTA Y EL VITI

Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Burgos, tercera de su feria, según la manera de ver de Curro fetén, servidor de ustedes. 2-6-66

     El público permanecía en sus localidades aplaudiendo cuando, al término del festejo y tras cortar El Viti la última oreja del mismo, daba la vuelta al ruedo en unión de sus compañeros de terna, Miguelín y Diego Puerta, con los que acababa de ofrecer a los aficionados burgaleses una gran tarde de toros. Una corrida en la que pese a la cantidad de trofeos conquistados por los espadas alternantes, muy bien pudieron cortar más. Corrida redonda, triunfal para los espadas.

     Se lidiaron toros de doña Mercedes Pérez de Montalvo, antes Antonio Pérez, que dieron el juego que se deja adivinar por el gran número de trofeos otorgados. Cuando el paseíllo iba por su mitad, hubieron de romper filas las gentes toreras, pues un toro, el primero, sin atenerse lo más mínimo al protocolo, abrió la puerta de chiqueros y tras sembrar el callejón de sustos, saltó al ruedo, desbaratando el multicolor espectáculo, que siempre era el despeje. El toro, sin duda alguna, al saltar se derrengó de los riñones y al quedarse medio inútil, hubo de ser sustituido por otro de la misma vacada. El sexto fue devuelto también a los corrales, por su falta de fuerza que hacía que rodase por el suelo al menor esfuerzo. En su lugar se dio suelta a uno de Salas, que si bien mansurroneó con los montados, dio buen juego para los de a pie.

Miguelín en el primer toro útil, estuvo francamente bien. Con el capote se hizo ovacionar con fuerza y con las banderillas, hizo auténticas diabluras entre el general alborozo de la parroquia, que quedo asombrada de la facilidad y el dominio que el maestro de Algeciras posee con los rehiletes, así como sus portentosas facultades que le hacen juguetear  con su enemigo con el mayor desahogo. Ovación grande, pues, para Miguelín que se fue para arriba en una faena pletórica de arrojo y gallardía. Una faena iniciada con cuatro muletazos sentado en el estribo en la que toreo cómo y cuánto le vino en gana sobre una y otra mano, derrochando clasicismo y sentido torero, amén de esos muletazos tremendistas, con cite de espaldas, que acabaron de caldear el ambiente. Mató de pinchazo y estocada y se le premió con una oreja mostrada en aclamada vuelta. Al cuarto volvió a torearle muy bien a la verónica y con la muleta realizó una excelente labor compuesta de pases sobre la zurda en los que llevó muy bien toreado a su enemigo y en los que templó muy bien. La derecha también entró en funciones y los circulares, molinetes, de pecho y espaldinas, entusiasmaron al respetable que no se cansa de jalearle. Mató a este toro de estocada y se le otorgaron las dos orejas con fuerte petición de rabo y aclamada vuelta a la redonda. Un triunfo grande de Miguelín, que por lo visto hoy, está embalado.

     Y al lado del arte y el valor clásico y tremendo de Miguelín, la gracia, sal y arte de ese gran torero que es Diego Puerta. Dieguito ha estado soberbio de fondo y de forma, de valor y arte, pletórico de gallardía y majeza, asombroso en su poderío. Su capote, alado y garboso, hondo y clásico, ha bordado exquisiteces toreras y sus verónicas, sus chicuelinas, sus quites del delantal y sus medias belmontinas han puesto la plaza en grandes ovaciones. Y es que cuando se torea como lo hace Puerta, cuando se juegan los brazos con esa gracia y ese duende especial, el toreo cobra categoría de grandeza. Con la franela, el de San Bernardo ha dado muletazos en los que ha sabido llevar a su enemigo como cosido al engaño. Derechazos y naturales en los que el garbo del sevillanísimo espada, el valor que ha imprimido a todos, ha hecho que a la hora del adorno, a la hora de tirar de repertorio alegre y florido, sus molinetes, sus recortes, sus abaniqueos, han traído los rayos de sol sevillanos en la gris tarde burgalesa. Mató a su primero de una gran estocada y paseó en triunfo las dos orejas de su enemigo en tanto que los tendidos pedían el rabo para el triunfador. Perdió las máximos trofeos en el quinto por precisar de tres ataques con la espada y dos golpes de cruceta para ver morir a su enemigo. Dio aclamada vuelta al ruedo entre el júbilo general. Un gran éxito el de Diego Puerta.

Santiago Martín El Viti ha triunfado también por todo lo grande y para él ha sido el único rabo que se ha cortado en la triunfal jornada. Ocurrió el hecho en el primero de su lote, al que Santiago toreó de forma insuperable con el capote y le realizó una entonada, medida y torera labor muletera compuesta de pases de todas las marcas. Muletazos en los que el salmantino jugó perfectamente ambas manos en series de derechazos, naturales afarolados y de pecho, en los que puso cátedra. Una gran estocada derribó sin puntilla a su enemigo y ya hemos dicho el premio alcanzado: dos orejas y rabo. El público ovacionó fuerte al triunfador que en unión de sus compañeros saludó desde el tercio. Pudo haber cortado también los máximos trofeos al sobrero de Salas, pero la espada en dos pinchazos antes de lograr la estocada, redujo el premio a una oreja. Pero a nuestro juicio, a nuestra manera de ver, la mejor faena de las llevadas a cabo por el de Vitigudino fue la del sexto. Una faena en la que los naturales brillaron y en la que toreó con una lentitud y un temple de maravilla. Al final del festejo, los tres espadas dieron aclamada vuelta al ruedo y salieron en triunfo de la plaza.

Día 3 de julio de 1966
 
6 Toros de Hºs María Montalvo
- Antonio Ordóñez
- El Pireo
- José Fuentes
 

OREJA PARA ANTONIO ORDÓÑEZ. LOS TOROS DE MONTALVO NO COLABORARON AL TRIUNFO TORERO.

        Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Burgos, cuarta y última de su feria, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 3-6-66

     Otra vez los toros han estado a punto de dar al traste con el brillante festejo. Cuando no tienen clase, cuando hacen una pelea falta de celo, cuando se quedan cortos, son lo que los toreros y aficionados llaman deslucidos y con tales reses, poco o muy poco se puede hacer.

     Esta tarde, última de la feria burgalesa, Antonio Ordóñez rey torero por antonomasia, ha estado francamente bien. El Mago de ronda ha cuajado un toro de antología. Uno de los toros de los herederos de doña María Montalvo que hay que poner entre los primeros, no por su clase ni por su bravura y celo sino por lo que con él hizo esta tarde Antonio Ordóñez. El toro de salida se le cruzo a Galisteo y le cogió con aparato pero sin otras consecuencias, por fortuna, que una fuerte conmoción. Antonio se plantó ante él, le adelantó el capote, le prendió en sus vuelos y dibujó, bordó cinco verónicas y media de pura filigrana. Verónicas en las que el capote se movió al ralentí, prendió al de Montalvo y lo llevó por cauces de torería. Poca fuerza tiene el toro que toma dos varas y que se quebranta al dar una limpia voltereta al hincar los pitones en el suelo. Pero ante él, en la plaza, estaba un torero que hizo gala de su temple, de la magia poderosa de su muleta embrujada y nos deleitó con la galanura de sus derechazos, con la natural prestancia de sus naturales de frente y con la honda garra de sus ligados pectorales. Estaba un torero que templaba, que toreaba suave y lentamente, que se recreaba en el toreo largo, pausado y rítmico. Un toreo grandioso ejecutado por su mejor intérprete. El toro, con la cara alta, había que llevarle mucho  y el rondeño lo llevó. Pero la gran obra no tuvo rúbrica final pese a que en ello se aplicó el maestro. Tres pinchazos ejecutando limpiamente, en lo alto, antes de la estocada de estilista y por ello quedó sin premio de trofeos. Era igual. Lo importante, ya estaba hecho. En su primero ya fue premiado con la oreja de su enemigo con el que estuvo con esa seguridad y ese estilo que le distingue. El toro, mansurrón, salió suelto de los caballos y se quiso ir siempre de los engaños, pero el de Ronda a base de dominio y temple cinceló unas verónicas plenas de garbo y una faena llena de exquisiteces sobre ambas manos. Una soberbia faena que solo fue superada por la que llevó a cabo en el cuarto de la tarde.

     Esto que le ha ocurrido esta tarde a Manuel Cano El Pireo es como darse a la desesperación, porque ya me dirán ustedes lo que hay que hacer cuando le sale a uno un toro que va cuando el torero lo ve y cuando le cuaja por todo lo alto y por todo lo grande y cuando ya tiene los máximos trofeos en las manos la espada en seis pinchazos y estocada, se lo arrebata. Desesperante. Porque estos muchachos de nuevas glorias, estos nuevos matadores de toros, precisan el toque de atención hacia su arte que el cortar trofeos diariamente, supone para los públicos. El torero de Las Margaritas es elegante y fino en sus maneras toreras, ha estado soberbio en los lances de saludo y en el quite y con la muleta ha llevado a efecto faena grande. Una faena compuesta de pases largos, templados, magníficos. Una faena en la que ha sabido ligar, templar y mandar como una figura grande de la fiesta. Sus naturales, derechazos y pases de pecho han tenido ese sello de lo perfecto y esa vibración que las apreturas las cercanías con que se pasaba a su enemigo, siempre despierta. Una gran faena que no tuvo otro premio por el fallo a espadas que la triunfal vuelta al ruedo. En el quinto ha vuelto a estar muy bien con capa y muleta y su labor con la franela ha merecido los honores de la música y las aclamaciones del respetable. Mató de pinchazo, media y descabello a la tercera y se le ovacionó con fuerza.

     José Fuentes, el fino estilista de Linares, ha pencado con el peor lote. Dos toros sosotes, con media arrancada  que no se han prestado lo más mínimo al lucimiento. Pero él le ha sabido sacar un partido insospechado a fuerza de conocimiento, de mando, de valor y maestría. Con el capote ha estado en plan artista y con la muleta en sus dos toros ha escuchado música y ovaciones. Era de ver cómo el muchacho llevaba toreadísimos a sus reacios enemigos. Su primero, refugiado en tablas, cobardón y manso, no quería pelea, pero él le porfió hasta lograrle muletazos de mucho mérito en los que puso en evidencia su bien sabida calidad. Mató a este toro de una estocada entera y por producir derrame, pese a que estaba arriba, la cosa quedó en ovación con saludos. No fue mejor el que cerró plaza que tardeaba y se quedaba corto en la embestida. Pero su labor muletera estuvo muy por encima de su enemigo. Una faena iniciada con muletazos rodilla en tierra en la que ambas manos tiraron con buen sentido de la res, haciendo que por fueros de mando y poderío, tomase una veintena de muletazos de gran mérito. Mató de una estocada y fue despedido con una gran ovación al igual que sus compañeros de terna.

     La corrida de los herederos de doña María Montalvo, bien presentada, dio el juego que queda reflejado en este comentario.

     Y nada más, finaliza aquí la esta feria burgalesa de San Pedro y San Pablo. Hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea a todos muy buenas noches.-