BILBAO, CORRIDAS GENERALES 20 A 26 AGOSTO 1967

LAS CORRIDAS GENERALES DE BILBAO. 
 
 
TEMPLE, MANDO Y DOMINIO DE ANTOÑETE 
 
20 agosto de 1967: Toros de José Luis Osborne, para Antoñete, José Fuentes y Pedrín Benjumea
 
Comentario a la primera de las Corridas Generales de la Semana Grande de Bilbao, celebrada esta tarde, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 20-8-67
 
La corrida de D. José Luís Osborne, espléndida de presentación, ha hecho imposible el lucimiento de los espadas alternantes y no porque hayan encerrado peligro, sino porque al estar muy atacados los toros, no han dado el juego apetecido al quedarse muy cortos y aplomados salvo el corrido en primer lugar que ha sido el más potable. El quinto, tras tomar dos varas y ser banderilleado, dio en dolerse de las manos, como si tuviese glosopeda y fuese a soltar las pezuñas. En fin, que en esta ocasión los toros de Osborne solo han tenido fachada.
 
Antoñete saludó al que abrió plaza y feria con unas excelentes verónicas que al ser rematadas con la media de rigor, le valieron una ovación. Tres varas tomó el del campo andaluz que, aunque dobló de manos, llegó al trance final dócil y apto para el lucimiento del torero madrileño que llevó a cabo una extraordinaria faena compuesta de pases en los que dejó la impronta de su buen arte torero. El temple, el mando y dominio de Antoñete al manejar el paño rojo le valieron música y demás manifestaciones de entusiasmo, pero cuando todo hacía prever que el éxito sería grande, 4 pinchazos, media estocada y un descabello dejaron el premio en aplausos de recuerdo a la labor muletera del maestro. 
 
PAQUIRRI QUE REDONDEA SU SEMANA GRANDE EN BILBAO, ES LLEVADO A HOMBROS HASTA EL HOTEL.
 
21 agosto 1967: Toros de Benítez Cubero y doña María Pallarés de Benítez Cubero, para Julio Aparicio, Paquirri y Ángel Teruel.
 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Bilbao, séptima de sus corridas generales, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.-  26-8-67
 
La séptima de esta Semana Grande Bilbaína ha sido la más completa de las corridas de toros que se han venido celebrando. En ella el poderío, el arte asombroso y el valor de los tres espadas nos han deparado una tarde de grato recuerdo.
 
Julio Aparicio, ha oficiado con toda la eficacia, naturalidad y el magisterio más absoluto, para mostrar el camino que conduce a una lidia sabia, al dominio de todas las suertes del toreo. En su primero, un toro mansurrón que fue picado a fuerza de muchos afanes y que salió siempre suelto del caballo, el maestro de Pardiñas toreó a la verónica con esa sublime facilidad, esa naturalidad que hacen de su toreo un punto y aparte. A la muleta llegó su enemigo con corta acometida y echándole la cara alta en el remate de los muletazos. Pero como es un maestro innegable, Julio estuvo con este toro muy bien, construyendo una faena meritísima sobre ambas manos, que se acogió con música y aclamaciones. El mando absoluto de su privilegiada muleta, su poderío, hicieron que su enemigo tomase varias tandas de derechazos y naturales que, al ser rematadas con los forzados de pecho, entusiasmaron al respetable. Mató de estocada y descabello y fue premiado con una gran ovación y saludos desde el tercio. Pero donde más brilló el magisterio del madrileño fue a lo largo de la lidia del cuarto toro de la tarde, al que saludó con unas verónicas plenas de dominio, temple y suavidad que pusieron al público en pie al rematar la serie de lances con dos medias de impecable ejecución. Dos varas tomó el de María Pallarés de Benítez Cubero y tras brindar Julio a un amigo, dio comienzo su bella disertación torera. Fue su faena la obra de un torero en el cénit de su carrera. Una labor muletera en la que el gran artífice toreó de forma insuperable al natural. Naturales plenos de armonía, de ritmo, de hondura en los que templó de forma colosal. La mano diestra también buscó por los senderos de la más pura ortodoxia el éxito, que le llegó con fuerza en varias series de derechazos. En fin, una gran faena de Julio Aparicio en la que el mismo maestro supo transmitir su arte con fuerza a los abarrotados tendidos. Mató de una gran estocada y se le otorgó una oreja. Parco premio para la brillantez que todo había revestido. Al toro, sin que sepamos porqué, se le dio la vuelta al ruedo. 
 
Paquirri ha redondeado con la de esta tarde, una gran feria de Bilbao. Su afán de triunfo, su juvenil prestancia, su valor y su arte largo y profundo, le han deparado un triunfo resonante en sus dos enemigos con los que ha llevado a cabo dos completísimas labores toreras que han entusiasmado a los aficionados hasta el paroxismo. A su primero lo saludó con una larga de rodillas y unos excelentes lances en los que bajó las manos como los buenos y templó mucho y bien, ganándose por ello grandes ovaciones. Unas chicuelinas galleadas, preciosas, sirvieron para colocar en suerte a su enemigo, que derribó en la primera y única vara que tomó a petición del propio espada. Acto seguido y entre ovaciones de la multitud, banderilleó haciendo gala de su completo dominio de la suerte, siendo el postrero par al quiebro y en el platillo de la plaza, algo inenarrable. Con la franela, tras brindar al respetable, llevó a cabo una torerísima labor desarrollada sobre ambas manos y compuesta de toda clase de pases perfectamente ligados y rematados, que le valieron música y olés. Mató de pinchazo y estocada y dio la vuelta al ruedo mostrando la oreja de su enemigo, ganada con toda suerte de votos a favor. Pero mejor aún estuvo en el quinto de la tarde, al que tras torear superiormente en los lances de saludo, hizo un apretado quite por gaoneras en las que se arrimó de veras. Poca fuerza tiene la res, que por ese motivo toma una sola vara y de nuevo pone la plaza boca abajo en dos pares de poder a poder imponentes y otro con doble quiebro de antología. Con la franela, toreó con tal gusto, dominio y valor, que la música no cesó en ningún instante para premiar la clásica y variada labor que el de Barbate desarrolló sobre una y otra mano. Una gran estocada y dos golpes de cruceta pusieron en sus manos la oreja del de Benítez Cubero, con cuyo trofeo dio aclamadas vueltas al ruedo. Al final del festejo, Paquirri salió de la plaza en hombros de los entusiastas. El de Barbate, cada día más torero, está cuajando en una gran figura. 
 
Para sustituir a Palomo Linares, la empresa Chopera, con muy buen criterio, contrató al nuevo valor del toreo Ángel Teruel. Y el muchacho con los dos toros más molestos y peligrosos del encierro, ha dejado una gratísima impresión. Suelto, hábil y dominador, al propio tiempo que artista, ha gustado mucho a todos. El primero era uno de esos toros capaces de traer de cabeza al más pintado. Un toro que frena en mitad de la suerte, que atropella y tira unos tornillazos de miedo. Pues con este toro anduvo Ángel Teruel a zapatillazos, como se dice entre los taurinos. No se puede estar más torero, más centrado ni con más cabeza que como él ha estado. En los lances de saludo, con excelente juego de brazos ya dejó constancia de su sapiencia y maestría y en banderillas, estuvo elegante y fácil. Cuadró y levantó los brazos superiormente para prender con elegancia los garapullos por lo que fue ovacionadísimo. Pero donde nos gustó de verdad fue al manejar la franela. El toro tenía mucho que torear y más que poder. Pues con un toro de las condiciones apuntadas, anduvo el muchacho suelto y fácil, dominador y torerísimo. Buscaba el toro quedarse en mitad de la suerte, pero el torero no le quitaba la muleta de la cara, ni le perdía ésta y llevándole toreadísimo, completaba el muletazo con tal limpieza, con tal naturalidad y tan fácil maestría, que entusiasmaba al aficionado. Esto es torear: lidiar primero, someter al mando de la muleta al toro y llevarle después con temple y mando a donde el torero quiere. La plaza era un clamor ante un torero que sabe torear y que lo hace con una facilidad que hace olvidar el peligro y las dificultades del toro. Y así, toreando con sentido y con cabeza, pudo cuajar varias series de pases naturales excelentes y varios derechazos superiores. Y cuando el toro, con su aspereza quería acosarle, salvaba el trance con variados recursos. En fin, con un toro al que otros no le hubieran quitado ni las moscas, nos ha gustado mucho por el sentido tan extraordinario con que ha resuelto la papeleta. La espada al caer atravesada primero, un nuevo pinchazo, una corta y descabello, dejaron al joven espada sin trofeos, pero fue obligado a saludar desde el tercio. Tranquilo, fácil y torerísimo lanceó al que cerró plaza, un toro que embestía con la cara alta y que murió así. La res, tras tomar tres varas, llegó a manos del joven maestro distraída y sin emplearse. Anda suelto con él, haciendo gala de su gran sentido torero, realizándole una entonada labor muletera, en la que dejó nuevamente constancia de su calidad. Mató de una gran estocada y certero descabello, pues al amorcillarse el toro hubo de descabellar. Obtuvo petición de oreja y vuelta triunfal al ruedo. 
 
Y nada más, desde Bilbao y hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea muy buenas noches a todos.-