Alicante: Feria de San Juan y San Pedro 28 y 29 Junio-65

"Esa asignatura tan difícil y poco comprendida que es la lidia..."

Dia 28 de Junio de 1965
 
6 Toros de Francisco Galache
Jaime Ostos 
Diego Puerta
Paco Camino
 
APOTEOSIS DE DIEGO PUERTA QUE CORTA CUATRO OREJAS Y RABO Y SALE EN HOMBROS. PACO CAMINO TAMBIEN FUE OREJEADO EN EL PRIMERO DE SU LOTE
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Alicante, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.
Alicante, la bella ciudad mediterránea, está en fiestas. Multitud de veraneantes llenan sus playas y por todas partes se respira un aire festivo que inunda de alegría la ciudad entera. Y como aliciente máximo de sus fiestas de San Juan y San Pedro la corrida de toros de esta tarde colma los deseos del aficionado más exigente. Tres espadas de máximo predicamento: Jaime Ostos, Diego Puerta y Paco Camino son los encargados de despachar un encierro de D. Francisco Galache, que ha peleado bien con los montados pero que en conjunto no ha dado facilidades a los toreros, salvo el corrido en segundo lugar, al que se le dio la vuelta al ruedo. Los demás, sin clase, algunos blandos de manos y con media arrancada. El peor lote le correspondió al astigitano Jaime Ostos.
Jaime Ostos, bregado en el duro batallar con toda clase de toros, templado en las más duras contiendas, ha tenido hoy un lote como para poner a prueba su serenidad, su valor auténtico y sus conocimientos de torero. Su primero, ya de salida, echó las manos por delante y embistió con la cara alta y descompuestamente. El de Écija le realizó una valerosa faena en la que en las dobladas iniciales fue jaleado, como asimismo al torear sobre la diestra con la que cuajó muletazos muy logrados. Pero el toro no quiere pelea y solo piensa en huir y cuando toma la muleta lo hace broncamente y descompuesto, como queda dicho. Faena porfiona y de exposición para estocada, enfadándose unos y aplaudiendo los mas. El cuarto es un toro corniveleto y astifino, que pelea mansurroneando con los montados. Muy bien toreó Jaime con el capote y las ovaciones sonaron en su honor. A la muleta llegó su enemigo venciéndose peligrosamente por ambos pitones –por el derecho no se podía estar delante- pero Jaime logró sacarle varias tandas de muletazos sobre ambas manos en los que se jugó la epidermis. Mató de tres pinchazos, media y descabello a la primera y se enfadaron con él. Una vez más el público, que no el aficionado, midió al torero sin tener en cuenta los enemigos que tenía delante.
El triunfador rotundo de la tarde fue el sevillanísimo torero de San Bernardo. Diego Puerta, con un toreo vibrante y artístico, alado y garboso, alcanzó un éxito de clamor. En el primero toreó de forma admirable con el capote, por lances fundamentales a la verónica que pusieron al público en pie. Con la plaza hecha un clamor, llevó a su enemigo al caballo por chicuelinas galleadas y tras tomar la res una vara, le cuajó un extraordinario quite por chicuelinas que no lo mejoraría ni el de la alameda. Para qué contarles la que se formó. La plaza era un manicomio y las ovaciones y los olés no daban un punto de reposo. La labor muletera brindada al respetable, fue un dechado de perfecciones toreras. No se puede torear más clásicamente, mas a gusto y con mayor regusto que como ha toreado el gran torero de Sevilla, que inició su trasteo con tres cambiados por bajo que fueron otros tantos carteles de toros. Después, ya entre clamores de olés, música y ovaciones, toreó con garbo y gracia, con inspiración desbordante, por naturales derechazos, de pecho, giraldillas, y toda clase de pases que entusiasmaron muy justificadamente al respetable. Por ello, cuando abatió a su enemigo de una gran estocada y certero golpe de cruceta, paseó por dos veces las orejas y el rabo de su enemigo. Una faena de antología de este napoleón torero sevillano, que ha ganado otra batalla más. Nuevamente formó el alboroto al lancear al quinto de la tarde. El toro, blando de manos, rodó por el suelo en dos ocasiones y quedó bastante aplomado, con media arrancada y cabeceando al defenderse por su poca fuerza. Pero poco importó esto al sevillano, que a fuerza de exponer, a fuerza de mimar y cuidar exquisitamente a su enemigo, le realizó otra enorme labor muletera en la que las gargantas no dieron reposo a las aclamaciones, en tanto que el sevillanísimo espada realizaba su brillante trabajo. Otra estocada y un golpe de descabello dejaron al galache para el arrastre y la plaza nuevamente se llenó de pañuelos en demanda de los máximos trofeos. La presidencia solo otorgó las dos orejas, desoyendo la petición de rabo y Diego Puerta, sonriente, recorrió el ruedo en tres ocasiones, al término de las cuales se abroncó a la presidencia por no otorgarle el otro galardón. Al final, salió en hombros.
Paco Camino ha sido el otro triunfador de la tarde pese a que sus enemigos no le han ayudado mucho. Al tercero de la tarde le saludó con unas verónicas templadísimas que le valieron una atronadora ovación. A petición del espada, el toro sólo tomó una vara. Con la franela realizó Paco una completísima labor, pese a que su enemigo se quedaba corto y no se empleaba en la embestida. Pero como el de camas es un torero que sabe torear, que sabe embarcar los toros en la muleta y llevarles toreadísimos, le realizó una espléndida faena en la que ambas manos, en profusión de pases fundamentales, no dieron reposo al público en sus aclamaciones. Adelantando el engaño, prendía en él a su enemigo hasta hacerle discurrir por el amplio trazo de sus naturales templadísimos y sus derechazos de largura y tersura inconmensurables. Hubo también adornos torerísimos, abaniqueos y desplantes que entusiasmaron y cuando mató de pinchazo y media estocada se le otorgó la oreja con petición de otra y triunfal paseo por el ruedo. Volvió a ser aclamado al torear con el capote al sexto. También llegó frenado a la muleta, pero nuevamente salió a relucir su gran clase de muletero y su poderío innato y le cuajó una docena de pases enormes. Después el toro dio en no embestir y Paco tuvo que cortar la aclamada faena poniendo fin al festejo y a su enemigo de dos pinchazos y estocada, siendo ovacionado.-
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea a todos muy buenas noches.
 
 
 
Dia 29 de Junio de 1965
 
6 Toros de Marqués de Domecq
Antonio Bienvenida
Antonio Ordoñez
Fermín Murillo
 
LA CÁTEDRA SIGUE ABIERTA.- DOS OREJAS PARA ANTONIO PRIMERO DE RONDA. FERMIN MURILLO TAMBIEN FUE OREJEADO POR PARTIDA DOBLE
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Alicante, última de su feria, según la manera de ver de Curro Fetas, servidor de ustedes.
Las aulas taurinas de Alicante se han abierto esta tarde para ofrecer las disertaciones de los sabios profesores en tauromaquia; Antonio Bienvenida, Antonio Ordoñez y Fermín Murillo, los cuales han dado conferencias muy amenas e interesantísimas con un encierro del Marqués de Domecq, que ha peleado bien con los montados, pero que para los diestros de coleta han sido deslucidos, sin clase y acusando genio. Los toros en resumen, han ido de más a menos.
El profesor Bienvenida ha disertado sobre esa asignatura tan difícil y poco comprendida que es la lidia. En su primero ha explicado con fácil maestría, con suficiencia plena, cómo se debe torear un toro gazapón y sin clase, deslucido a más no poder. A estos toros, -parecía decir el eterno joven maestro- se les tiene  que poder, esperar, dejarles llegar a la muleta y andarles pudiéndoles en todo momento y dándoles la lidia precisa. Una lidia que no es, porque no lo requiere el toro, de relumbrón y sí de eficacia suma. Y así don Antonio le anduvo a su enemigo en unos muletazos por bajo excelentes en los que le llevaba muy toreado. Siguió sobre la derecha en muletazos muy toreros en los que el toro, con su media arrancada, no tuvo más remedio que ir tras el engaño que el artista le presentaba. Faena, en suma de magistral aliño a un toro que o paraba de andar y que por ese mismo defecto, no se dejaba matar a la hora suprema. Tres pinchazos, media y descabello a la primera, pusieron fin a su primera conferencia. Más interesante aún resultó la que desarrolló al cuarto de la tarde. Unas verónicas de saludo que se jalearon y otra faena de torero enterado, pletórico de recursos ante un toro con mucho genio que llegó a sus manos insuficientemente picado y quedándose corto. Faena variada y artística de las que se ovacionaban con calor antes y de las que hoy, desgraciadamente, no saben apreciar los públicos. Poderle a un toro como este, que apretaba mucho, tiene mucho merito, pero ya se sabe, el público va siempre más a lo efectista que a lo efectivo. Un pinchazo, media y descabello dejaron el Domecq para el tiro del arrastre, enfadándose en su incomprensión el público con el soberano artista que había estado por encima de sus enemigos.
La disertación torera de Antonio Ordoñez versó sobre la naturalidad en el toreo. Nada más que eso, NATURALIDAD! Qué difícil es torear con naturalidad... creemos que es lo más difícil de conseguir en el toreo. Torear sin esfuerzos, acompasadamente, sin efectismos, es sólo privilegio de las grandes figuras. Y en el toreo, desde Pedro Romero hasta la fecha pueden contarse con los dedos de una mano y aún sobrarían dedos, los que han toreado con naturalidad. Y Antonio I de Ronda es sobre todas las cosas el torero de la suprema naturalidad. De ahí su prestancia, la sublime elegancia de su toreo, la armonía maravillosa que compone con sus enemigos. Y junto a la naturalidad en las cualidades de su toreo, sobresale también la majestad, la solemnidad al ejecutar las diversas suertes. Hoy con el capote en sus dos toros, ha toreado con esa sublime naturalidad, con esa prestancia, con esa facilidad suma que impregna todo cuanto hace. Han sido unos lances a la verónica en los que no se puede torear mejor, con mayor temple, con mejor ritmo y con más natural elegancia. Naturalidad que ha desbordado el entusiasmo del aficionado, del público y de hasta los más lerdos en la materia, que han comprendido, por la sencillez de la exposición, lo que es torear a la verónica acompasadamente. Mejor no se puede hacer ante un espejo! Y espejo de todas las virtudes toreras es Antonio Ordoñez, dueño y señor del mejor toreo clásico. Una pena que su primer enemigo se viniese abajo cuando ya sonaban los olés y la música. Fue como una sinfonía incompleta, que quedó rota a los catorce o quince pases, cuando el toro se negó a embestir más. Nos dejó con el regusto en el paladar de unos cambiados por bajo espléndidos, de unos de costadillo y de unos naturales de compás abierto, que nos supieron a gloria pura. Pero el toro, ya queda dicho, se negó a embestir mas y hubo de abreviar la faena, a la que puso punto final con dos pinchazos, estocada atravesadilla por hacerle el toro un extraño y un golpe de cruceta. Pero en el quinto, tras torearle con el capote de auténtico primor, surgió con fuerza arrolladora la sinfonía completa, la obra cumbre del maestro de Ronda. Fueron treinta pases, quizá menos, pero ¡Qué muletazos!, no cabe mayor arte. La clase inigualable del rondeño brotaba mansamente, sin ímpetu de cascada, sino con suave fluir de limpia y clara agua de manantial. Y eso es precisamente su muleta, un manantial inagotable de bellezas. Y surgió de nuevo esa naturalidad portentosa de su toreo, el temple admirable de su muleta mágica y el señorial empaque, la majestad de auténtico rey del toreo. Y toreó como sólo él sabe hacerlo. Y los ayudados tuvieron un sabor nuevo, los naturales de sublime temple, los de pecho hondos y profundos, los derechazos eternos, los adornos, abaniqueos y desplantes personalísimos. Y dentro de la faena, en el platillo, tres ayudados de compás abierto, de cargazón, de pierna contraria alante, acompañando al toro en su embestida con el pecho y mandando, que fueron tres brillantes de valor incalculable. Un gran pinchazo y una superior estocada, pusieron en sus manos las dos orejas de su enemigo y en la triunfal vuelta al ruedo, recogió el tributo admirativo de los aficionados entregados a su arte sin par. ¡La cátedra sigue abierta!
Y Fermín Murillo, que dio su lección sobre el pundonor, el valor y la casta. Y con estas tres cualidades construyó Fermín una gran obra torera, en la que no dio un momento de reposo al entusiasmo de la concurrencia. Porque además de estas tres virtudes primordiales del toreo, puso a contribución a su mejor éxito, un arte, un arte, un conocimiento y una maestría digna de todo encomio. Y así le vimos torear muy bien por verónicas clásicas, lidiar como un consumado maestro y realizar una faena vibrante y emotiva con un toro de gazapeante acometida y que derrotaba una barbaridad. Pero cuando se tiene sentido de la responsabilidad, cuando se tiene casta y valor, hasta a esos toros se les puede torear como lo ha toreado Murillo por dobladas iniciales, naturales de gran aguante y derechazos, de pecho y otros de distintas marcas hasta entusiasmar. Una gran estocada que hizo innecesaria la puntilla, valió al maño las dos orejas y el consiguiente paseo a la redonda entre el contento general. También toreó entre clamores al que cerró plaza. Con el capote en verónicas y en un quite delantal se hizo ovacionar fuerte. El toro llegó a la muleta con media arrancada, derrotando y con genio. Murillo estuvo con él valentísimo en pases por ambas manos que merecieron los honores de la música y los olés. Pero el toro también se vino abajo y tuvo que tirar a abreviar. Lo que logró de una estocada entera que mató sin puntilla, dando el aragonés triunfal vuelta a la redonda.
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea muy buenas noches a todos.-