ALCALA DE HENARES 5-2-67
Novillada de inauguración de la temporada
5 de febrero de 1967: Novillos del Pizarral de Casatejada para Adolfo Rojas, El Macareno, Miguel Márquez
LA NOVILLADA INAUGURACION DE LA TEMPORADA.
Comentario a la novillada celebrada esta tarde en Alcalá de Henares, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 5-2-67
Fuimos a la cómoda y limpia plaza de Alcalá de Henares llevados del nombre, del poder de captación del nuevo fenómeno Miguel Márquez, un chiquillo de Fuengirola que llega a la fiesta pisando firme, con ganas de abrirse camino por la senda que lleva a los toreros al templo de la fama y la fortuna.
Y todo lo que de bueno le habíamos visto en sus actuaciones por la Costa del Sol, en las plazas de Málaga, Mijas y Fuengirola, quedó plenamente confirmado. Nos encontramos ante un torero de gran valor. Ayer, ante lo más selecto de la afición madrileña que se había dado cita en Alcalá, triunfó plenamente ante dos novillos nada fáciles. Dos reses que tenían mucho que torear y más que exponer. Su primero, topón y su segundo, sin clase, falto de celo, fueron dos piedras de toque, yunques sobre los que se forjó el triunfo grande del torero de Fuengirola, que dejó constancia de su sentido del toreo y sus ganas de triunfo.
Hay toreros a los que cuesta estar delante de los toros. A éste, no. A Miguel Márquez, que no cambia de color ni un momento, no se le nota. Se le ve seguro, firme, pisando un terreno de elegido, en tanto que en los tendidos los gritos de angustia apagan los ecos de los olés.
Con el capote, faroles de rodillas, verónicas de abierto compás y gaoneras espeluznantes. Y con la franela, dos faenas plenas de aguante, de entrega total en las que Miguelito llevó siempre muy bien toreado a su enemigo, rematando los muletazos con limpieza y ligando como un maestro. Y todo ello en ese terreno que hay que pisar para hacerse en un abrir y cerrar de ojos, millonario.
Mató a su primero de estocada de efectos fulminantes y se le otorgaron las dos orejas con petición de rabo y perdió los máximos trofeos en el que cerró plaza por pinchar en hueso en dos ocasiones antes de lograr la media y descabellar finalmente. Se le otorgó una oreja y fue sacado en hombros de la plaza.
El primer espada de la terna era el venezolano Adolfo Rojas. Era la primera vez que vimos a este torero y no podemos ofrecer a nuestros oyentes una opinión concreta. Su primero murió sin que le pudiese dar un solo muletazo, pues una banderilla colocada por el espada, que es hábil banderillero, ocasionó la muerte de la res. En su segundo estuvo valiente, pero un tanto atropellado. Matando estuvo breve. Esperemos verle en otra ocasión para juzgarle con más segura opinión.
El Macareno, como su apodo hace suponer, es un novillero de Sevilla y con eso creemos que está dicho todo. Garboso, con buenas maneras, con excelente estilo, ese gran estilo de los toreros de Sevilla. No le ayudó su lote y en su primero, aunque expuso mucho y anduvo con él tranquilo y con sentido, no redondeó la cosa por no tener fortuna con el acero. Pero en el quinto de la tarde El Macareno se apretó a torear. Daba gloria verle jugar la mano izquierda, templando, mandando, rematando los pases con perfección y dando a todos ellos tal sabor, tal calidad, que hizo brotar uno ole hondo, como toque de bordón. Fueron una veintena de pases sobre ambas manos en los que toda la gracia, ese ángel especial de Sevilla, estuvo presente. Era el garbo de Pepín Martín Vázquez, la calidad pepeluisista, era ese torear con gusto, con paladar exquisito. Mató de media y dos golpes de cruceta y se le otorgó una oreja con petición de otra y dos aclamadas vueltas al ruedo y al final, salida en hombros. Torero.
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro fetén, servidor, les desea a todos muy buenas noches.-