ZARAGOZA, FERIA DEL PILAR 67

La feria del Pilar de Zaragoza es como el broche final de la temporada. Por eso tiene mucha importancia que las figuras vengan a esta Feria en la que saben que no hay comodidades, ni por los toros a lidiar ni por la benevolencia de este público, duro como pocos.

 

LAS CRÓNICAS DE LA FERIA DEL PILAR.
ZARAGOZA, DE NUESTRO CRÍTICO TAURINO, CURRO FETEN, ENVIADO ESPECIAL. 
 
Día 10  de Octubre  de 1967: Toros de doña María Pallarés de Benítez Cubero para Antoñete, El Cordobés y Paquirri.
 
 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Zaragoza, primera de su feria del Pilar, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 10-10-67
La feria del Pilar de Zaragoza es como el broche final de la temporada. Los toreros rehúyen venir aquí, unos porque tienen contratos pendientes en América, otros porque agotados de una larga campaña, quieren gozar de un merecido descanso al lado de  los suyos y lejos de la inquietud de las plazas de toros. Por eso tiene mucha importancia que figuras como las de hoy vengan a esta Feria en la que saben que no hay comodidades, ni por los toros a lidiar -recuelo de las ganaderías- ni por la benevolencia de este público, duro como pocos. Venir a torear a Zaragoza cuando se tiene el contrato de América en el bolsillo es muy duro, máxime cuando se sabe que las corridas que hay que despachar, en la mayoría de las ocasiones, no son de recibo, como ha ocurrido con el encierro de hoy, perteneciente a la vacada de doña María Pallarés de Benítez Cubero, que ha dado en su conjunto pésimo juego. Por esto, vaya por delante nuestro aplauso a éstos y a todos los toreros que vienen a esta dura feria, porque su solo anuncio en los carteles habla muy claro de su sentido de la responsabilidad y de su entrega. 
 
Ya hemos dicho que la corrida de la señora Pallarés no ha sido buena. Toros desparejos, faltos de trapío unos y sobrados de kilos y presentación otros, han constituido una auténtica escalera, aunque lo que no ha tenido de parejo en su presentación, lo han tenido en el deslucido juego que han dado. Sólo ha cumplido mínimamente un toro, el tercero, que ha llegado en mejores condiciones a la muleta. Los demás, faltos de clase, mansurroneando y sin emplearse, no han añadido laureles a la divisa. El segundo fue devuelto a corrales por falta de trapío cuando ya había tomado una vara, cosa antirreglamentaria y en su lugar se lidió un toro de Molero Hermanos, deslucido también. 
 
El fino y elegante torero de Madrid ha estado lucidísimo en su primero al que ha toreado muy bien con el capote en los lances de saludo y ha llevado a cabo una entonada labor muletera pese a que su enemigo, de corta acometida, no se prestaba a grandes cosas. Por fueros de temple y de mando, a fuerza de llevarle muy bien toreado, ha logrado varias series de pases diestros y al natural en los que ha dejado la impronta de su arte. Pero parte del público no ha sabido apreciar el meritorio trasteo del maestro por creer que el toro no tenía el adecuado trapío. Conste aquí que el toro lo era de verdad y que Antoñete estuvo con él muy torero. Mató de media estocada y dos golpes de cruceta y ovacionaron al madrileño los de sombra y protestaron los del sol. En el cuarto se evidenciaron aún más las exigencias del respetable y su enfado a ultranza. El toro salió frenando ante los capotes, echaba las manos por delante y tiraba la cara arriba, topando más que embistiendo. Fue un manso de solemnidad, pese a que acudió al caballo en cuatro ocasiones y derribara en una de ellas, pues salió suelto en cuanto sintió el palo. A la muleta llegó bronco y poniéndose con peligro por ambos pitones. Antoñete consiguió meterle en la franela en varios muletazos en los que expuso lo indecible, ya que el toro se revolvía con peligro. Mató de estocada y descabello y se enfadaron con él. 
 
Este festejo de hoy hacía el número 108 de las corridas toreadas por El Cordobés en España. Torear tal número de corridas ya es meritorio. Hace falta poseer unas facultades innegables, un corazón de titán y un poderío ante los toros extraordinario. Con ciento ocho corridas, con toda su enorme carga de responsabilidades sobre sus espaldas, El Cordobés no ha querido cerrar su temporada sin venir a Zaragoza a dar la cara, como deben hacerlo los toreros que se precien de ser ante rodo hombres, figuras cumbres del toreo como lo es él. Tiene mucho de aleccionador esto de El Cordobés. Cuando podía darse a la vida cómoda, cuando podía imponer condiciones, las acepta. Que hay que ir al Pilar, pues se va. Que tiene que matar tal o cual ganadería, la mata. Lo importante es que su nombre no falte, que en Zaragoza, como en Sevilla, como en Madrid, como en Bilbao, dando la razón del porqué de su condición de eje, base fundamental de la fiesta. Después podrá o no podrá tener suerte, se le discute o no, pero él como un hombre, como un torero, se lía su capote de paseo y sale a la plaza dispuesto a darlo todo, a entregarse. Hoy no le han rodado bien las cosas, no le podían rodar con un toro como el primero de su lote que embestía con aspereza, con la cara alta y poniéndose con peligro, ni en el quinto podía triunfar cuando tenía al público de uñas, haciéndole pagar los platos rotos de un encierro sin clase y sin casta. Con este toro, que llegó con poca fuerza al trance final, estuvo a nuestro juicio en maestro. Se supo entender con la res a las mil maravillas toreándole con la muleta a media altura, templándole y llevándole con mimo y suavidad en varias series de redondos y naturales. Una faena muy de torero, que el público, o parte de él, no quiso apreciar en todo su mérito, máxime cuando tras la estocada se amorcilló el toro y al taparse a la hora de descabellar, tuvo que hacerlo repetidamente. Sin fortuna en uno, un toro con peligro y sin suerte con el descabello en el otro, el Cordobés no brilló como acostumbra. Mañana, otra vez a dar el pecho ver si un toro le toma la muleta. 
 
Las dos primeras orejas que se han cortado en esta Feria de El Pilar, han sido para Francisco Rivera "Paquirri". El muchacho de Barbate ha estado en todo momento dispuesto y con enormes deseos de agradar. Ya se le vio cuando saludó al primero de su lote con dos largas afaroladas de rodillas que se acogieron con una gran ovación- Y después, de ahí en adelante, el éxito de Paquirri ha sido grande y merecido, pues toreó muy bien a la verónica y quitó por toreras y apretadas chicuelinas que al ser rematadas con vistosa revolera, le valieron gran des ovaciones. Con una sola vara cambió el tercio y a petición del respetable, requirió los rehiletes para prender con alegre y hábil maestría, dos pares de poder a poder francamente superiores y cerrar el vistoso tercio con un par al quiebro y en los medios, que puso al público en pie. Una gran ovación premió su destreza y Paquirri, tras brindar al respetable, se dispuso a redondear su éxito con una faena pletórica de valor, gracia y arte, en la que toreando con reposo y buenas maneras, se recreó en un toreo al natural y sobre la diestra que entusiasmó al respetable. Una gran faena de un Paquirri que ha ido a más en la temporada hasta culminar en una sólida y firme figura del toreo. Media estocada y descabello pusieron en sus manos las dos orejas de su enemigo, con cuyos trofeos dio una celebrada vuelta al ruedo. Al que cierra plaza lo recoge con unos lances muy toreros sobre piernas para estirarse después en unas verónicas de superior calidad, que remata con garbosa serpentina. Unas chicuelinas galleadas sirvieron para que el gaditano llevase a su enemigo al caballo, para que tomase una vara, a la salida de la cual midió la res el suelo con sus costillas. El toro llegó muy aplomado al segundo tercio, esperando mucho, pero Paquirri en un alarde de facultades, logró prenderle dos pares. Hecho un auténtico marmolillo pasó a la muleta y la labor del joven diestro fue porfiona y valiente.
 
ZARAGOZA, 11 APOTEOSIS DEL CORDOBES. ALTERNATIVA DE JOSE LUIS CAPILLÉ.
 
Día 11  de Octubre  de 1967: Toros de Amelia Pérez Tabernero Montalvo para Diego Puerta, El Cordobés y José Luis Capillé (que tomaba la alternativa)
 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Zaragoza, segunda de su feria del Pilar, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 11-10-67 
 
Fulminado por un certero descabello precedido de media estocada, rodó por el suelo el quinto toro de la tarde y un clamor se elevó en los atiborrados tendidos. La plaza se cubrió de pañuelos en demanda de los máximos trofeos para premiar así la proeza de este genio indiscutible del toreo que es Manuel Benítez, que cerraba así de forma apoteósica, su brillante temporada. Pero hasta ese momento, hasta que rodó por el suelo su enemigo, este hombre, este superdotado de la fiesta, había culminado una temporada con un gran triunfo. Un éxito de los que le han dado justa fama. Con un soplo de inspiración, El Cordobés había derrumbado el sórdido baluarte que querían poner a su paso. Pero ha sido más que un soplo, ha sido un huracán. Porque el de Palma del Río, cimentando toda su actuación dentro de los más puros cauces de la ortodoxia, ha convencido a tirios y troyanos con un toreo al que no se le puede poner ningún reparo. Un toreo pausado, rítmico, mandón en el que se ha recreado con el gusto de los auténticos artistas, de los genios que todo lo fían a su capacidad creadora. Y así, con la fuerza que da la sinceridad en el quehacer, como le hemos visto tantas veces, ha levantado un monumento al toreo puro. Primero fueron unas verónicas de perfecto trazado, en las que jugó los brazos a la perfección y después por quites, ha bordado uno por chicuelinas que ahí ha quedado. El toro era bueno, francamente bueno, pero ante muchos toros como éste hemos visto naufragar más de una nave torera. Y Manolo no solo se puso a la altura de su enemigo, sino que se elevó en una faena modélica. Unos pases ligados, lances templadísimos en los que llevaba y traía a su enemigo a su antojo, componiendo con él una sinfonía de extraordinarias calidades. El pase natural, de muleta tersa, manó de su muleta con ese sentido de lo auténtico que tienen las obras de arte. El torero pisaba firme y seguro, en esa parcela que solo pisan los que como él han venido a la fiesta por sendas de lo revolucionario. Y en el terreno de los revolucionarios, donde entre el toro y el torero anda la muerte, El Cordobés ha hecho arte, un toreo puro y auténtico. Y con la diestra ha enardecido con varias series de redondos en los que no cabe mayor perfección. Faena de la que se hablará por mucho tiempo. Una de esas faenas que sirven como referencia a los aficionados a la hora de rememorar efemérides taurinas. Tal como aún hoy se habla del par de Pamplona que puso Gaona, como se habla del toro al que cortó un rabo Belmonte en Madrid, como se recuerda la proeza de Manolete ante el toro de Pinto Barreiro, recordaremos esta faena de El Cordobés al quinto toro de Urquijo en Zaragoza. Faena cumbre de un torero en la cúspide de su fama. Le dieron las dos orejas y el rabo, le hubieran dado el toro entero y en la vuelta al ruedo, el público que llenaba el coso hasta la bandera le llenó de ovaciones que acallaban los tímidos pitos del algunos emboscados del anticordobesismo reacios a arriar la bandera de la oposición. Nosotros nos quedamos con este Cordobés de hoy, con el genio, con el innovador revolucionario del toreo que desde que pisó los ruedos ha sido siempre.
 
Sustituyendo a Diego Puerta, herido de cierta consideración el pasado domingo en Salamanca, como todos saben, actuó Andrés Hernando. El torero de Segovia no ha tenido enemigos apropiados para el lucimiento pero en todo momento se ha mostrado valiente y con enormes deseos de agradar. A su primero, un manso animal que topaba al tirar la cara arriba, lo toreó muy bien con el capote y le realizó una valiente labor muletera. El de Segovia estuvo en todo momento esforzado y torero, pasaportándolo de media y dos golpes de cruceta, recibiendo ovación con saludos. El cuarto lo arrolló de mala manera cuando intentaba recogerlo con el capote, pero esto no fue impedimento para que le realizase una valerosa labor para la que tuvo que porfiar una barbaridad al no emplearse su enemigo. Pido haber cortado la oreja de haber tenido mayor fortuna con el acero, pero tras la estocada que colocó, no acertó con el verduguillo y ello dejó la cosa en ovación con salida al tercio. 
Tomaba la alternativa un fino torero sevillano, José Luis Capillé, que ha tenido una buena actuación aunque no redondease e éxito esperado y que el muchacho buscó con fe. En el toro del doctorado, estuvo lucidísimo al torear con el capote en los lances de saludo y con la franela llevó a cabo una torera labor, desarrollada sobre ambas manos, que mereció los honores de la música y el constante jalear de los tendidos. El sevillano, toreando con muy buenas maneras, dejó constancia de su fino estilo de muletero y de haber estado certero con la espada, hubiera logrado algún trofeo. Mató de cinco entradas y dos descabellos y al pasar el tiempo, escuchó un aviso pese a lo cual fue ovacionado. En el sexto, un toro manso que se repuchó en el caballo y llegó aplomadísimo a la muleta, no tuvo opción al éxito. El toro era un marmolillo ante el que se estrellaron todos los intentos todos los buenos deseos del toricantano, que a fuerza de porfiar una y otra vez, logró sacarle varios derechazos. Un pinchazo y una corta acabaron con la vida del deslucido animal y Capillé fue despedido con una gran ovación. 
 
La corrida de Urquijo que sustituía a una de AP desechada, estuvo carente de casta salvo el quinto, que a petición de El Cordobés, se le dio la vuelta al ruedo.