SEVILLA, FERIA DE SAN MIGUEL 30 SEPTIEMBRE-1 OCTUBRE 1967

Sevilla: su cielo azul, esplendoroso, su ambiente inigualable y por la tarde, los toros, mágica palabra para el más completo disfrute de naturales y foráneos que llegamos a la ciudad de la gracia a presenciar sus festejos feriales.

Día 30 de septiembre de 1967: Toros de Núñez Hermanos para Diego Puerta, Curro Romero y José Fuentes 
 
 
DIEGO PUERTA, CURRO ROMERO Y JOSE FUENTES DEJAN SU AROMA EN EL VERANILLO DE SAN MIGUEL 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Sevilla, primera de la Feria de San Miguel, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes 30-9-67 
 
 El veranillo de San Miguel aprieta de firme por estas bellas tierras béticas, tanto, que parece que estamos en plena canícula. Sevilla, como no, presenta un aspecto maravilloso. Su cielo azul, esplendoroso, su ambiente inigualable y por la tarde, los toros, mágica palabra que lo dice todo para el más completo disfrute de naturales y foráneos que llegamos a la ciudad de la gracia para presenciar sus festejos feriales.   
 
La Maestranza registra una gran entrada. El cartel tiene indudables alicientes y los aficionados, puertistas y romeristas, llegan casi casi a las manos a la hora de hablar de sus ídolos. También hay gentes de la tierra del Santo Rostro, muchos aficionados de Jaén y Linares que han venido a ver a José Fuentes. Los toros pertenecen a la prestigiosa vacada de Núñez Hermanos. Son ante todo toros de verdad, con pitones, con trapío, con casta, aunque algunos con poca fuerza y con las dificultades propias de los toros de raza y no de los borregos al uso. 
 
Sin embargo, el primero de la tarde no tiene fuerza en las manos.  Diego Puerta lo saluda con unas verónicas que se jalean, pero la res, tras tomar una vara, llega a la muleta doblando y sin lucimiento posible. Está más tiempo en el suelo que en pie. Gran bronca y breve trasteo del sevillano que remata al inválido de media y descabello, siendo aplaudido. Es cuarto sí es todo un toro. Un toro de los de antes de la guerra, que dicen los castizos. Un toro con cuajo, con dos pitones de miedo y la cara en las nubes. Es un toro áspero con el que Diego Puerta se la juega en una faena tremenda  de emoción. Una de esas faenas en las que el ay! brota de las gargantas para quedar roto con el olé! del respiro. Lo que ha expuesto ante este toro el maestro de San Bernardo no es para decirlo, es para verlo. Todo el mundo estaba asustado. Todos, menos el torero, que a fuerza de poderío, valor y casta torera, ha cuajado una gran faena. Ha sido la entrega más absoluta que recordamos en el  toreo. Por la plaza cruzaba el fantasma de la cornada, el público permanecía con la respiración contenida hasta que el joven maestro remataba las series de muletazos diestros con los forzados de pecho o los toreros abaniqueos. Algo tremendo que nos ha tenido con un nudo en la garganta. Pero estaba escrito, tras la valerosa entrega, Diego Puerta no obtendría galardones pues la espada, mejor dicho, el verduguillo, le robó los trofeos tan gallardamente conquistados con su emotiva labor muletera y dejaron la cosa en una clamorosa ovación con saludos desde el tercio. Era igual, su hazaña quedará en el recuerdo de los aficionados. 
 
El segundo de la tarde perteneciente a Curro Romero, es devuelto a los corrales antirreglamentariamente. Se corre el turno y sale el quinto al que Curro le forma un alboroto con el capote. Cómo torearía a la verónica, con qué temple y duende, que hubo de saludar en dos ocasiones montera en mano para corresponder a las ovaciones que se le tributaban. Una vara tomó la res, derribando caballero y montura. A la muleta llegó con buen son. Curro inició su labor muleteril con unos ayudados por alto de inmejorable cuño que se jalearon con fuerza, para continuar toreando después, entre el general beneplácito, por derechazos, naturales y de pecho a los que infundía su personal sello torero. Por resultar la espada desprendida en la estocada, la cosa quedó en una gran ovación con saludos. El quinto es de Arauz de Robles y mansurronea más de lo debido, llegando a la muleta con corta acometida y contraestilo. Romero le realiza una breve faena y al no estar acertado con el acero, pues precisó de cinco entradas con la espada y cuatro golpes de cruceta, le pitaron sus miles de partidarios, los mismos que se habían roto las manos ovacionándole en su primer enemigo. Qué le vamos a hacer... 
 
De haber tenido mayor fortuna con el acero en sus dos enemigos José Fuentes hubiera contabilizado las orejas de sus dos toros. Porque el joven diestro de Linares ha tenido una actuación plena de aciertos. Una tarde completísima en la que el fino y elegante artista ha cautivado a la exigente afición sevillana con su toreo de capa y muleta rico en bellos matices. La elegante apostura de su figura, su natural elegancia, su ortodoxa forma de interpretar el toreo, han calado hondamente en esta inteligente afición. Con capote y muleta ha bordado el mejor y ms auténtico toreo en redondo y al natural. Pases largos, templados, mandones, plenos de ritmo y de hondura en los que ha dejado patente su condición de figura del toreo. Ya era hora de que le viesen en Sevilla, pues este torero no había tenido ocasión de lucir su arte, unas veces por fás y otras por nenfas. Pero hoy, José Fuentes ha quedado consagrado a pesar de no haber estado afortunado con la espada, porque si mata como en él es usual, su triunfo hubiera sido grande. Mató a su primero de pinchazo, media y descabellos y al sexto de cuatro entradas. En ambos fue ovacionado con saludos. 
 
Día 1 de octubre de 1967: Toros de Benítez Cubero para Jaime Ostos, Mondeño y El Cordobés
BANDERAS DE GALLARDIA EN LA REAL MAESTRANZA 
 
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Sevilla, segunda de la Feria de San Miguel, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes 1-10-67 
 
Triunfo de Manuel Benítez El Cordobés en la Real Maestranza sevillana. Tres orejas y triunfal salida en hombros ha sido el balance del gran torero de Palma del Río que ha tenido una tarde plena de aciertos. Una nota aparecida en el Diario de Sevilla, no en ABC, predisponía a los aficionados en contra del torero cordobés, que era el que llevaba la responsabilidad máxima del festejo. Se decía en ella que de los seis toros de la vacada de Benítez Cubero, preparada para esta corrida, habían sido desechados cinco y que los toreros ante esto y al no querer torear otra ganadería, lo más seguro sería que suspendiesen el festejo. Burdo manejo, pues la verdad no fue esa, sino que sólo se desechó un toro. Dicen los sevillanos, que tienen un agudo sentido de las cosas, que esta nota, improcedente a todas luces, la ha publicado dicho diario porque El Cordobés no quiso o no pudo tomar parte en la tradicional cabalgata de los Reyes Magos, tan ligada al Ateneo y a dicho rotativo sevillano. Pero se han equivocado de medio a medio, porque aunque no se ha puesto el cartel de no hay billetes, precisamente por ese infundio vertido, la plaza ha registrado la mejor entrada de la feria, un casi lleno en sombra y cartel de no hay billetes en sol. 
 
Y tras triunfar sobre esta maniobra de mal estilo, El Cordobés ha triunfado donde deben triunfar los toreros, lejos de las camarillas, en la plaza y ante dos toros de opuesta condición. La faena realizada a su primer enemigo, un toro de don Álvaro Domecq, ha sido de las que sirven para consagrar a un torero plenamente y ante la cual, la cátedra sevillana se le ha entregado. Y como aquí en Sevilla no hay "antis" y sí aficionados a los toros, se ha aclamado su completa actuación. Mató de pinchazo, media y certero descabello y se le otorgó la oreja del de don Álvaro, dando vuelta al ruedo mostrando el trofeo tan a ley ganado. El que cierra plaza es uno de esos toros que no bien pisan el ruedo, hacen pensar a los aficionados que nada hay que hacer con ellos. Era un toro manso, que se frena y se queda en mitad del viaje, bronco, áspero e incierto y un tanto gazapón. Pues con tal enemigo alcanzó Manolo un triunfo reseñable a fuerza de exponer, de aguantarle, de echarle casta y fibra al asunto. Haciendo que el toro se le entregase hasta desembocar en una enorme labor muletera sobre ambas manos de forma admirable. Cada pase diestro o al natural era un clamor y en cada uno de ellos iba derrumbándose la fortaleza de la mala condición de su enemigo que acabó entregándose completamente al valor y poderío del de Palma del Río que terminó toreando cuanto le vino en gana. Una estocada y certero descabello hicieron que la plaza se cubriese de pañuelos, otorgando la presidencia las dos orejas y Manuel Benítez, tras ser paseado por el albero de la Real Maestranza, salió en hombros hasta el hotel en medio del mayor entusiasmo. 105 corridas de toros y está fresco y con la misma afición de siempre. Tres orejas en Sevilla y en la feria de San Miguel, cuando no hay turistas, cuando en los tendidos de la Real Maestranza sevillana sólo se sientan aficionados auténticos. Vamos a no regatearle más sus muchos méritos. 
 
Al comienzo del festejo, don José Utrera Molina, gobernador de Sevilla, impone en el ruedo la Gran Cruz de Beneficencia al espada ecijano Jaime Ostos. Jaime, corazón valeroso como pocos y hombre  con una humanidad encomiable, veía así culminada una carrera de obras benéficas muy de estimar y que le ha valido justamente esta Cruz de la Beneficencia. Una gran ovación premió al  torero por sus muchos desvelos por los desheredados de la fortuna. Un justo reconocimiento. 
Pero después, los toros no quisieron colaborar a la brillantez del acto y su actuación no pudo ser  todo lo triunfal que hubieran deseado. Al que abrió plaza lo saludó con unas verónicas y chicuelinas que se jalearon cumplidamente pero el toro, que tomó una sola vara, llegó al trance final con corta acometida, blandeando de manos y haciendo una pelea a la defensiva, sosa y deslucida. Pese a ello el astigitano se arrimó de veras en una porfiona y valerosa labor muletera en la que hizo gala de su bizarro estilo, de su casta y de su condición de torero honrado y pundonoroso. Mató de pinchazo y estocada y fue ovacionado. El cuarto es un toro corto de cuello que llega a la muleta con media arrancada y frenando. Jaime, que había toreado superiormente a la verónica, lo llevó por chicuelinas galleadas hasta el caballo y tras tomar la res una vara saliendo suelto, le llevó a cabo una valerosa y entonada labor en la que a fuerza de pisarle el terreno a su enemigo y de aguantarle lo indecible, le sacó muletazos muy meritorios que fueron ovacionados y acompañados por la música torera. Una gran estocada y un descabello dejaron al de Benítez Cubero para el arrastre y el diestro de la ciudad de las torres premiado con una gran ovación. 
 
Con cinco verónicas y media, saludó Mondeño al segundo de la tarde bajando las manos de forma impresionante, dando de este modo una gran emotividad  a los lances que calaron con fuerza en los tendidos. Una sola vara toma el del campo sevillano y Mondeño inicia su labor con unos muletazos por alto muy toreros para continuar, ya entre música y oles, toreando superiormente sobre ambas manos para terminar su brillante labor con unos adornos garbosísimos y sus famosas mondeñinas. En las que se pasó a su  enemigo a la mínima distancia. La emotiva y torera labor del diestro de Puerto Real tuvo el remate de un pinchazo y media estocada y hubo petición de oreja y triunfal vuelta al ruedo para el maestro gaditano. El quinto llega a la muleta con corta acometida, peleando a la defensiva y poniéndose por ambos pitones. Mondeño le realiza una faena acorde con las dificultades de su enemigo y cuando lo pasaporta de dos pinchazos, media y dos golpes de descabello, se silencia su actuación. 
 
La corrida de Benítez Cubero, los cinco toros lidiados, no ha tenido clase. Faltos de casta no se han prestado al éxito de los toreros, que siempre han estado por encima de sus enemigos. El de don Álvaro Domecq, lidiado en tercer lugar, fue bueno, aunque sin nada extraordinario a su haber. 
 
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea muy buenas noches a todos.-